El Nordeste de Brasil es, por estos días, uno de los destinos más buscados por los viajeros. Entre sus variadas propuestas destacan Salvador y las bellas playas del litoral norte, una combina perfecta entre cultura, historia, diversión y relax. Una estadía en la vibrante ciudad de Salvador se complementa a la perfección con algunos días en la encantadora Praia do Forte, que suma además de tranquilidad y encanto, la mejor infraestructura en un paisaje de enorme belleza. Aquí un recorrido por lo esencial de estos destinos.
Salvador y Praia do Forte: la pareja perfecta
BIENVENIDOS A SALVADOR.
Capital del estado de Bahía, y capital cultural de Brasil, Salvador es una ciudad intensa, mutante y enérgica, que da la bienvenida a los viajeros con una sonrisa abierta. De fuerte impronta africana, cargada de música e historia, rara vez deja indiferentes a quienes la visitan.
El Pelourinho, su centro histórico y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es el punto de partida obligatorio para conocerla. Sus calles empedradas y sus caserones coloridos, donde resuenan los tambores y los toques de capoeira, están impregnados de magia y misterio. Imperdibles son la iglesia de San Francisco, con su interior barroco cargado de oro; la Fundación Casa de Jorge Amado, donde se puede conocer más de la vida y obra del famoso escritor; la iglesia de Rosario dos Pretos, destinada al culto de los esclavos y marcada por la austeridad; la Catedral y el Terreiro de Jesus; y la Plaza da Sé; entre muchos otros. La postal más hermosa de la ciudad se obtiene desde lo alto del Elevador Lacerda que, a la usanza portuguesa, une la parte alta y la parte baja de la ciudad. Desde allí se aprecia el Mercado Modelo, el Fuerte São Marcelo y la inmensidad del azul del mar de la bahía de Todos los Santos.
Algo alejado del centro, otro sitio que el viajero debe visitar es la iglesia de Bonfim, conocida en el mundo por sus coloridas cintitas. Tras haber recorrido lo esencial, el resto de las actividades dependerá del interés de cada viajero: el dique do Tororó con sus estatuas de orixás; el barrio de Rio Vermelho con la Casa do Peso, donde vive Yemanjá, y sus aires bohemios; la casa en la que habitara Jorge Amado, en el mismo barrio, recientemente convertida en un interesantísimo museo; la misteriosa laguna de Abaeté; y una lista interminable de museos e iglesias; son algunas de las propuestas de esta ciudad inmensa y diversa.
Pero si de playas se trata, Salvador también tiene mucho que ofrecer. Su collar de playas urbanas comienza en la Barra –barrio en el que se debe visitar también el Farol y apreciar el fuerte–, con arenas sumamente pobladas aunque de aguas límpidas, muy buscadas por las piscinas naturales que se forman con la marea baja. Le sigue Ondina, también con piedras que la protegen del oleaje y donde hay varios hoteles. Hacia el norte comienzan las playas más extensas y las aguas con más oleaje: Jaguaribe es una de las más frecuentadas de la ciudad, con varios barcitos y muy buscada por surfistas y jóvenes que se acercan a jugar al vóley. Itapuã es la playa más famosa de Salvador, celebrada por poetas y músicos en un sinnúmero de canciones. Extensa, con grandes plantaciones de palmeras, piedras y un faro blanco y rojo, es otra de las postales de la urbe. Más allá destaca Stellla Maris, con zonas de gran oleaje y otras donde se forman piscinas con la marea baja, muy buscada los fines de semana por quienes quieren pasar el día en un entorno natural de gran belleza.
PRAIA DO FORTE, LA HORA DEL RELAX.
Después de algunos días intensos en Salvador, el estado de Bahía ofrece diversas playas para pasar unas vacaciones a puro relax en paisajes calmos y con estilo. Uno de estos enclaves es Praia do Forte, a unos 80 km al norte de la capital del estado. Sus costas, con arenas claras, aguas tibias y transparentes, piscinas naturales en las que nadan cientos de pececitos de colores y extensas plantaciones de palmeras que delinean un horizonte deslumbrante, han convertido a Praia do Forte en un destino que encanta.
Este pequeño pueblo de pescadores hoy es sumamente buscado por turistas de todo el mundo. En las cercanías se encuentran varios resorts de cadena internacional, y en sus calles un gran número de posadas para todos los gustos a las que se suman tiendas, bares, restaurantes y variadas propuestas de entretenimiento para los viajeros.
En el centro, justo frente a la pequeña iglesia de San Francisco, está la Praia do Porto, repleta de barquitos que salen de pesca o de paseo con turistas a bordo. Llena de sombrillas, la gente se amontona en las mesas de los bares para conversar y tomar algo. Pero basta caminar unos pocos metros para encontrar playas menos pobladas y ese espacio de arena que espera por nosotros frente a un mar de aguas tibias y transparentes.
Si caminamos hacia el norte, enseguida se ve el faro del proyecto Tamar, y es en esta dirección donde las piedras forman gran cantidad de piscinas naturales perfectas para nadar junto a cientos de peces de colores y verlos ir y venir con o sin esnórquel. Algunas de las más buscadas son las de Papa Gente y más al norte, las de la Praia do Lord. Frente a las más grandes, hay quienes alquilan máscaras y ofrecen paquetes que incluyen fotos bajo el agua. Pero también es posible elegir un espacio más retirado y simplemente sentarse en el agua para verlos nadar alrededor de nuestros pies.
Desde el centro hacia el sur se encuentra la playa de Porto de Baixo, adyacente a la del Tivoli Eco Resort, perfecta para descansar a la sombra de los árboles, tomar un baño o hacer largas caminatas por la orilla. Quienes quieran llegar más lejos, pueden caminar hacia Itacimirim o Guarajuba y aprovechar para bañarse en un mar solitario con olas suaves.
Más allá de la playa, un imperdible en el destino es la sede del Proyecto Tamar, que preserva tortugas marinas. Con una superficie de 10 mil m², su museo es uno de los más visitados de su tipo en Brasil. Sus tanques y acuarios albergan ejemplares de cuatro de las cinco especies de tortugas marinas que desovan en las extensas costas del país, y permiten apreciar los diferentes estadios de sus vidas. Uno de los puntos fuertes es presenciar los nacimientos: cuando en alguno de los nidos los pequeños huevitos comienzan a quebrarse, los biólogos que trabajan en el proyecto acompañan a las diminutas tortuguitas en su riesgoso camino hacia el mar, ante la asombrada mirada de los viajeros. En el predio se encuentran también el faro Garcia D´Ávila, una coqueta tienda con originales suvenires y un bar y restaurante donde, algunas noches, se presentan buenos grupos musicales en un escenario frente al mar.
En Praia do Forte funciona también el Instituto Baleia Jubarte, dedicado a la conservación de estos enormes mamíferos que llegan hasta estas costas entre julio y octubre; aunque por lo general solo atiende a grupos con cita previa.
Quienes deseen realizar un paseo que les permita entrar en contacto con la exuberante naturaleza del lugar deberán conocer la Reserva da Sapiranga, que se puede recorrer a pie en caminatas ecológicas por senderos señalizados, en cuatriciclos o a caballo, para apreciar sus 600 ha. de mata atlántica preservada, además de hacer kayak y tirolesa.
Otro imperdible es la fortaleza que da nombre a la playa, el Castillo Garcia D’Ávila, considerado como la primera gran obra portuguesa de arquitectura residencial militar en Brasil, cuya construcción comenzó en 1551. Su dueño fue uno de los mayores terratenientes de esta nación, con haciendas que ocupaban 800 mil km², lo cual equivale a una décima parte del inmenso territorio brasileño. El fuerte y su capilla fueron restaurados y hoy invitan a tomar bellas fotografías con sus arcos de piedra y el maravilloso entorno natural de fondo.
De noche, la calle principal de Praia do Forte, conocida como Alameda do Sol o Avenida Antônio Carlos Magalhães, se enciende de barcitos y restaurantes con música en vivo, negocios de artesanías y heladerías. La gente pasea de ida y de vuelta, y se detiene para escuchar a algún buen músico callejero o ver una ronda de capoeira.
Có mo moverse: en Salvador hay servicio de taxis, ómnibus regulares y subterráneo, además de buses turísticos. En Praia do Forte conviene moverse a pie o en bicitaxis que pueden llevar hasta cuatro pasajeros.
Cuá ndo viajar: las temperaturas son cálidas durante todo el año, con mínimas que rara vez bajan de los 20°C. Las lluvias se concentran en mayo y junio.
Informes: www.visitbrasil.com/es/estados/bahia /www.bahia.com.br/es.
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