Es así que el Recife Convention and Visitors Bureau –que reúne a empresas y entidades ligadas a los sectores de turismo, transportes, comercio, industria y servicios de Pernambuco– diseñó un itinerario completo para conocer Recife y sus playas más famosas en una semana, con consejos, atractivos locales, museos y todo lo que se puede ver en un destino que enamora a turistas de todo el mundo.
Una semana en un paraíso brasileño
El primer lugar que los turistas no se pueden perder al llegar a Pernambuco es Recife, su capital.
Durante la mañana se puede realizar el famoso recorrido panorámico por el centro, en el que se puede ver la Plaza de Marco Zero, el Parque de las Esculturas de Francisco Brennand por encima del muelle del puerto, edificios de fines del siglo XVII y principios del XX, los centros culturales Santander, Correos y Caixa y el Museo a Cielo Abierto que revela estructuras de la rica historia citadina.
Lo más recomendado para quienes quieren recorrer todos los puntos históricos es almorzar en algún restaurante del puerto y terminar el día realizando un paseo en catamarán por el río Capibaribe, donde se puede apreciar Recife desde una perspectiva visual distinta.
Durante el segundo día lo ideal es visitar la famosa ciudad de Olinda, que se encuentra a 20 minutos (8,4 km) de Recife. Es necesario reservarse, por lo menos, toda una jornada para disfrutar de este sitio, donde el Centro Histórico y la Rúa de Amparo, donde se hallan estudios de pintores y artesanos, restaurantes, hostales y bares típicos, son los principales puntos de atracción.
Luego de haber paseado por dos ciudades históricas, el tercer día se puede comenzar el recorrido por las playas y descansar en Cabo de Santo Agostinho. Ubicado a 33 km. de Recife, se consolida como una de las playas más alegres de Pernambuco. Paiva, Calhetas y Gaibu son algunos de los paraísos que se pueden visitar.
Ipojuca, distinguido por sus playas, es el destino ideal para visitar el cuarto día. Se encuentra a una hora de Recife (51 km.) y alberga a Porto de Galinhas, reconocida por 10 años consecutivos como la mejor playa de Brasil por la revista Viagem & Turismo.
También vale la pena dar una vuelta por Cupe, Serrambi y Maracaípe, que es la playa favorita de los surfistas. Se recomienda hospedarse en Ipojuca y disfrutar de las compras y las actividades nocturnas que ofrece el lugar.
Al llegar al quinto día, los turistas decidirán ir a Tamandaré, ubicado a 30 km. de Porto de Galinhas. En este sitio se destaca la playa de Carneros, que conquistó fans alrededor del mundo; y Tamandaré, la más buscada para el verano. Se pueden disfrutar de paseos en barco por los ríos, visitar antiguas iglesias y conocer la Cascada Bulha d´Água.
Para la sexta jornada es recomendable visitar alguno de los sitios paradisíacos del Litoral Norte. Entre ellos se encuentra la conocida playa Paulista con sus bares y restaurantes en la orilla del mar, e Igarassu, donde se halla el Islote Corona del Avión, un paraíso para aquellos que quieren disfrutar de la naturaleza.
Por último, isla de Itamaracá ofrece diferentes tipos de playas como Sossego y Forno de Cal.
Para finalizar el viaje se puede recorrer la Ruta Agreste que ofrece diferentes paradas, como Moreno que se esfuerza por mantener un ambiente de época colonial. Este municipio es una invitación al ecoturismo ya que más de 100 especies de aves viven en ese verdadero santuario ecológico. Glória de Goitá es otra de las paradas obligadas junto a Gravatá sobre todo en semana santa.
Pernambuco ofrece un itinerario completo con los imperdibles del destino. Tanto sus playas como las ciudades históricas valen la pena ser conocidas. No por nada Pernambuco es elegido por más de 40 mil argentinos cada año.
Las aguas cálidas y transparentes de Porto de Galinhas son muy requeridas por los amantes del buceo. En las costas de este destino hay algunas formaciones naturales que vale la pena explorar: los arrecifes a 200 m. de la playa con abundantes langostas, pulpos, peces piedra, lenguados, anguilas y peces cirujanos, entre otros, son un excelente lugar para practicar buceo nocturno, ya que la profundidad máxima es de 12 m. Quienes disfrutan paseos más osados pueden viajar en el tiempo y visitar un navío no identificado que se hundió hace 300 años y actualmente está a una profundidad de 30 m. Todavía se pueden ver las anclas, parte de la quilla y la estructura de madera. A un poco más de profundidad, a casi de 32 m., se puede apreciar el remolcador Marte, hundido en 1997 para servir de arrecife artificial y hoy ya cubierto de esponjas y corales. El Gonzalo Coelho, un navío de desembarco que participó en el transporte de vehículos blindados durante la Segunda Guerra Mundial y que sirvió en el transporte de carga entre Recife y Fernando de Noronha, fue hundido en 1999 para servir de arrecife artificial. En el puente y las bodegas se pueden ver guinches, válvulas y varios compartimientos. La fauna es extremadamente rica y presenta una gran variedad de tortugas, rayas y muchas otras especies marinas.
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