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Cuba: bailar al son de la historia

Recorrer las calles de La Habana es sorprenderse con su arquitectura, cultura, historia, pero también belleza natural, música y sabor, sumados al encanto singular de su gente, que siempre arranca una sonrisa al visitante. Si a esto se suman las playas paradisíacas de Varadero, la propuesta de los clásicos de Cuba se torna irresistible. 

Caminar por las calles de La Habana es atravesar el tiempo, esa delgada línea que nos lleva desde el aquí-y-ahora hasta el allí-y-en-otro-siglo. Recorrer las aceras de La Habana es transitar la cotidianeidad inverosímil de cientos de miles de protagonistas de una aventura épica. Andar por las calles de La Habana es sumergirse en el sinuoso encanto del barroco; es tentarse con el aroma intenso del café y del ron, con la dulzura del humo de los cigarros. Es dejarse llevar por las veredas con pasos que, inadvertidamente, van marcando el ritmo de un bolero o un cha-cha-chá, como si el turista fuera bailando al son de la historia.

La Habana es una ciudad única, de original belleza, con una historia intensa, gente alegre, música fuerte y sabor a verano. Es la capital de Cuba y la puerta de entrada al país, por lo cual visitarla es casi obligatorio. Para conocerla hay que recorrer sin apuro las calles de La Habana Vieja. Allí, edificios en dudoso estado de conservación conviven con otros que han recuperado su esplendor y hoy son hoteles boutique, elegantes restaurantes, bares, tiendas o museos.

Desde 1982 declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sus iglesias, palacios, monumentos y fortalezas se mezclan con otras edificaciones destacadas que van desde el barroco hasta el art déco y suman cerca de 1.000. Para conocer esta zona se puede tomar como punto de referencia las cuatro plazas alrededor de las cuales se organizó el trazado de la ciudad: la Plaza de Armas, la Plaza de la Catedral, la Plaza Vieja y la Plaza de San Francisco de Asís. Las estrechas calles adoquinadas que las unen esconden también un sinnúmero de atractivos y buena parte del encantador espíritu de la ciudad. Entre los muchos museos que se encuentran en esta zona destacan el Museo Maqueta de La Habana Vieja, el de La Ciudad y el de Arte Colonial. Las calles Mercaderes –con sus museos, tiendas y restaurantes– y Obispo –con diversas galerías de arte y bares– merecen un detenido paseo.

Las torres desiguales y la original fachada de la Catedral de San Cristóbal de La Habana, cuya construcción comenzó en 1748, están entre las obras más hermosas del barroco y son un escenario imperdible para una foto. A un costado de la plaza se encuentra el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras (1760) con un bello patio que también merece una visita. El Palacio del Conde de Lombillo y el Palacio del Marqués de Arcos adornan con sus fachadas la misma plaza.

FORTALEZAS Y PLACERES.

Además de caminar lentamente por sus calles, La Habana tiene ciertos puntos de interés que es necesario visitar. Entre los imperdibles destaca el Castillo de la Real Fuerza, la fortaleza más antigua de Cuba y una de las más bellas de la capital, con sus espesos muros, sus elegantes baluartes y la famosa Giraldilla, símbolo de la ciudad.

El parque histórico militar Morro-Cabaña, del otro lado de la bahía, alberga al Castillo de los Tres Santos Reyes Magos del Morro, cuyo imponente faro es una de las postales más conocidas del destino. Levantado en el siglo XVI fue durante mucho tiempo el centro de la defensa de la ciudad y sus cañones anunciaban a las 9 de la noche el cierre de sus puertas: la ceremonia hoy es recreada en el conocido “Cañonazo de las 9”. El Castillo de San Carlos de la Cabaña cuenta con un museo con elementos de la época colonial así como con el despacho que durante los primeros tiempos de la Revolución ocupara el Che Guevara, y que aún conserva algunas de sus pertenencias.

Ya menos ligado a la historia que a los placeres que proporcionan algunos productos típicos de la isla, se puede visitar el Museo del Ron, que permite conocer el proceso de elaboración de la bebida. En la misma línea, en la fábrica de cigarros Partagás se exhibe la fabricación de los famosos habanos y es posible visitar una tienda museo.

Muy cerca de allí se encuentra el Capitolio Nacional, hasta 1959 sede del Congreso, similar al que se encuentra en Washington D.C. pero que, curiosamente, lo supera en dimensiones por un metro a lo alto, uno a lo ancho y uno a lo largo.

HISTORIA Y COLOR.

Las calles de la ciudad tienen mucho más para ofrecer. Desde pasear tranquilamente disfrutando de la fresca arboleda del Paseo del Prado, con sus esculturas de leones; hasta maravillarse con la arquitectura señorial de las mansiones de El Vedado.

El viajero no puede irse de La Habana sin haber recorrido el Malecón, su paseo costero, donde los locales van a conversar y a mirar el mar, que frecuentemente salpica las veredas.

Los viajeros interesados en la historia no deben dejar de visitar el Museo de la Revolución, que relata la historia de Cuba desde sus inicios hasta la más reciente. También querrán conocer la Plaza de la Revolución, una de las más grandes del mundo y escenario de los actos más recordados de los últimos años, con el monumento a José Martí, la emblemática imagen del Che en el frente del Ministerio del Interior y otra dedicada a Camilo Cienfuegos.

En la playa Jaimanitas se puede visitar un curioso atractivo conocido como La Casa de Fuster o Fusterlandia: se trata de la obra de un artista plástico local que ha decorado su vivienda y unas 80 más en el barrio con trozos de cerámica al estilo de un singular Gaudí caribeño. El color y la vitalidad de la zona la convierten en uno de los atractivos más originales de La Habana.

EL MEJOR CARIBE.

Estando en el Caribe, los viajeros querrán disfrutar de una de esas playas de tarjeta postal, con aguas de colores inverosímiles y arenas blancas y tibias. Varadero, a 140 km. de la capital cubana, es sin lugar a dudas la playa más emblemática de la isla y hay quien sostiene que se encuentra entre las más agraciadas del mundo. En sus 21 kilómetros de arenas blancas se tienden plácidas las reposeras de resorts que ofrecen todos los servicios para pasar unos días de descanso perfectos. El mar turquesa tiene una temperatura que va de los 24°C a los 26°C y la suave brisa sacude con elegancia las hojas de las palmeras.

Quienes desean hacer algo más que tenderse al sol podrán optar por cualquier deporte acuático, navegar o sumergirse para bucear en aguas transparentes habitadas por peces de colores. Nadar con delfines suele ser una de las alternativas elegidas por los más chicos. Una original propuesta es visitar la cueva de Saturno para darse un chapuzón en sus aguas subterráneas y heladas, al tiempo que se contemplan las curiosas formaciones de estalactitas y estalagmitas.

TIPS PARA EL VIAJERO

Visa: para viajar a Cuba se necesita un pasaporte vigente por al menos seis meses y una tarjeta de turista o visa. La tarjeta de turista se emite automáticamente con la compra de servicios turísticos (pasajes, por ejemplo) en cualquier agencia de viajes autorizada o, al igual que la visa, en una oficina consular de Cuba, aplicando y pagando la tarifa correspondiente.

Moneda: en Cuba existen dos monedas oficiales, el peso cubano (CUP) y el peso cubano convertible (CUC). Se pueden cambiar dólares o euros a CUC en aeropuertos, bancos, casas de cambio y hoteles.

Informes: www.cubatravel.cu.

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