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Diez razones para visitar La Habana

Al estar suspendida en el tiempo, la capital cubana es sin dudas una de las ciudades más originales del mundo, cuyas imágenes callejeras remiten a una escenografía cinematográfica de los años 50. Esa tan particular y atractiva atmósfera, sumada a su destacada historia política y cultural, su exquisita riqueza arquitectónica, la calidez de sus habitantes y su tradición musical, brindan los mejores motivos para conocerla y disfrutarla con el placer con el que se disfrutan las cosas únicas. 

Paseo del Prado. Es una de las más notables avenidas de la ciudad y el sitio ideal para vivenciar el primer contacto con la capital cubana. Rodeada de árboles y estatuas con figuras de leones realizadas en bronce, regala al turista un inmejorable y sintético pantallazo de la belleza arquitectónica que caracteriza a la legendaria metrópoli.

Durante el recorrido, el turista tiene la oportunidad de conocer el imponente edificio del Capitolio y las señoriales fachadas del Gran Teatro de La Habana y el vecino Hotel Inglaterra, a la vez de deleitarse viendo transitar a los distinguidos autos de la década del 50 –de las marcas Cadillac, Plymouth, Pontiac, entre otras– que aún circulan por las calles.

Plaza de la Revolución. Se trata de una de las plazas más grandes del mundo, con 72 mil m², y tiene un gran valor histórico, ya que ha sido el escenario de varios de los actos y acontecimientos más relevantes de la Revolución Cubana.

Fue ideada por el urbanista francés Jean Claude Forestier en la década de 1920 y llevó el nombre de Plaza Cívica hasta 1959. En ella se encuentran el Monumento a José Martí y, hacia el lado opuesto, el Ministerio del Interior con la famosa imagen del Che Guevara en su frente (la mítica fotografía tomada por Alberto Korda hecha en un relieve escultórico).

La Plaza de la Revolución es uno de los lugares donde se reúne al pueblo para las marchas multitudinarias en días como el 1º de mayo, que ha llegado a congregar a 1 millón de ciudadanos.

En 2009 se inauguró el homenaje a Camilo Cienfuegos, otro gran héroe de la Revolución, con una obra similar a la mencionada de Ernesto Guevara.

Museo de la Revolución. Este majestuoso y soberbio edificio, construido en 1920, es el lugar ideal para albegar todos aquellos documentos y objetos relacionados con el proceso revolucionario del país. Su belleza es tal que conmueve a primera vista. Consta de cuatro plantas y una enorme cúpula con piezas de cerámica vidriada. El museo fue creado el 12 de diciembre de 1959. En su interior, con pisos y escaleras de mármol de Carrara, hay 38 salas de exposición con alrededor de 9 mil piezas de distintas etapas de la lucha independentista, entre ellas documentos, fotografías, videos, una escultura a tamaño natural del Che Guevara, banderas, armamento y trajes militares. También hay exhibidas pinturas y esculturas de algunos de los más importantes artistas cubanos. Está abierto todos los días y pueden efectuarse visitas guiadas.

Catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada de La Habana. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992, este templo católico de estilo barroco –ubicado en el corazón de La Habana Vieja– es una de las edificaciones religiosas más destacadas de la ciudad. Su interior, con piso de baldosa de mármol blanco y negro, está dividido en tres naves y ocho capillas laterales. Cuenta con interesantes obras de escultura y orfebrería en el Altar Mayor, detrás del cual se conservan tres grandes frescos originales del pintor italiano Giuseppe Perovani.

La visita puede completarse recorriendo la plaza que la rodea, a cuyos laterales hay magníficas mansiones de la nobleza habanera colonial, entre las que se destacan la casa de los condes de Bayona (actual Museo de Arte Colonial), el Palacio del Marqués de Arcos y la casa del Marqués de Aguas Claras. También hay puestos de artesanías y, sobre todo, de libros de historia y política.

La Bodeguita del Medio. A sólo media cuadra de la Catedral se encuentra este legendario y famoso local que funciona desde 1942. Se trata de un típico restaurante que se ha transformado en uno de los atractivos más afamados de la urbe, ya que en su interior –más allá de la afluencia de turistas– se respira la típica tradición y atmósfera cubana a través de los platos, la música y la simpatía de quienes lo atienden. Es famosa la frase que Ernest Hemingway escribió en inglés en una de las paredes: “My mojito in La Bodeguita, my daiquiri in El Floridita”, y que hoy está rodeada de oraciones y hasta fotos de visitantes de todo el mundo.

En cuanto a las opciones del menú, son típicamente criollas: arroz blanco, frijoles negros, masas de cerdo, yuca con mojo y chicharrones, todo junto a los mejores mojitos.

Hotel Nacional de Cuba. Construido en 1930 con un estilo ecléctico, que combina el art decó, el neoclásico y el neocolonial, está emplazado en la saliente costera de Punta Brava, en la loma de Taganana. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, fue inaugurado el 30 de diciembre de 1930 y hasta comienzos de la década del 50 fue el único hotel 5 estrellas de la región caribeña. Ha alojado a múltiples figuras como Errol Flynn, María Félix, Fred Astaire, Frank Sinatra, Pablo Neruda, Ava Gardner, Rita Hayworth, Ernest Hemingway y Buster Keaton.

Pasearse por sus señoriales interiores es un placer. Sus arañas, apliques, brillantes pisos, pasillos con techo de madera, salones y galerías externas son de un extremo encanto. Todos los días hay recorridos guiados en los que se relata la rica historia del establecimiento. Por las noches se puede disfrutar de los shows del Cabaret Parisién.

Malecón. Comprende una amplia avenida de seis carriles y un muro que se extiende sobre la costa norte de la ciudad a lo largo de 8 km. En cualquiera de sus puntos regala maravillosas vistas del mar y de los extremos de la ciudad. Hacia el lado opuesto existen numerosos monumentos de relevantes referentes de la historia del país y notables edificios como el Torreón de San Lázaro, el Castillo de la Real Fuerza, el Torreón de la Chorrera y el Castillo de San Salvador de la Punta. Hacia el final del Malecón se encuentra el Castillo del Morro y la Fortaleza de la Cabaña, antiguos complejos de uso militar.

El Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro. El paseo por el Malecón bien puede finalizar en esta impresionante y antigua fortificación que actualmente alberga el Museo Marítimo. En sus instalaciones funcionan dos restaurantes y un bar, además de salas adicionales donde se realizan muestras y exposiciones culturales. El castillo ofrece deslumbrantes vistas panorámicas del mar y de La Habana, que se potencian desde lo alto de su faro.

Tropicana. El mítico cabaret es una visita obligada, ya que sus espectáculos ofrecen todo el colorido y la alegría de la tradición musical cubana. Impecables coreografías, escenografías de gran despliegue y un espectacular vestuario dan vida –junto a excelentes músicos y bailarines– a un show que merece ser vivido por el turista. El salón principal tiene capacidad para 1.000 personas y brinda el espectáculo desde las 20.30 hasta la madrugada.

Heladería Coppelia. Es un verdadero símbolo de la ciudad, conocida también como La Catedral del Helado. Está ubicada al aire libre en un entorno de abundante vegetación, a unos 100 m. del emblemático Hotel Habana Libre. De monumentales dimensiones –su personal puede atender a mil personas simultáneamente– fue inaugurada en 1966 y desde entonces ha ofrecido sus exquisitos sabores a millones de turistas y cubanos. En las instalaciones, además del área principal, funcionan varios cafés donde se sirven cremosas copas combinadas y deliciosos postres de helado con frutas.

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