Mientras la gran mayoría de los países del hemisferio norte comienzan a dejar atrás los efectos del Covid-19, con sus economías un poco más estabilizadas y sus fronteras abiertas o a punto de estarlo, es momento para mirar hacia adelante y pensar en el regreso del turismo. Seguramente y por un tiempo, no como la conocíamos antes del estallido del Covid-19, pero volviendo a hacer realidad el sueño de recorrer el mundo con alma de equipaje.
Volver a volar después del Covid-19.
Para comenzar este informe, nada mejor que repasar un estudio de opinión publica de IATA sobre las inquietudes de la gente a la hora de volar y cuándo estiman que volverán a hacerlo en el contexto del Covid-19. En tal sentido, casi la mitad de los encuestados (45%) admitieron que volverían a viajar en los próximos meses. Esta misma cifra, en abril, ascendía al 61%. Un grupo de usuarios admite que viajaría para visitar amigos y familiares (57%), otro lo haría para vacacionar (56%) y otro para hacer negocios (55%). El problema es que el 64% afirmó que “pospondría sus viajes hasta que mejoren los factores económicos”.
“Esta crisis podría tener una sombra muy larga. Los pasajeros nos dicen que llevará tiempo antes de que vuelvan a sus viejos hábitos de viaje. Muchas aerolíneas creen que la demanda regresará a los niveles de 2019 recién para 2023 o 2024”, sostuvo Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.
“La cuarentena, añadió, es un asesino de la demanda. Mantener las fronteras cerradas prolonga el dolor al causar dificultades económicas mucho más allá de las aerolíneas”.
Pero el estudio va más allá, tratando de detectar específicamente cuáles son los aspectos que más preocupación genera en los usuarios. La entidad agrupó estos “miedos” en dos áreas: aquellos que se manifiestan en los aeropuertos y aquellos que atañen al momento específico de volar. En las terminales aéreas el mayor temor es a los autobuses y trenes abarrotados que conducen al aeropuerto (59%); en segunda instancia aparecen las aglomeraciones o colas en el check-in, los controles de migraciones y el embarque (42%); y finalmente, la utilización de los sanitarios (38%). Ya a bordo de los aviones lo que más temor produce es el hecho de estar sentado junto a una persona infectada (65%), después aparece el uso de los sanitarios (42%), y finalmente, la calidad del aire que se respira en el avión (37%).
Viajes seguros.
Cuando se les consultó a los pasajeros qué medidas, por el contrario, los conducían a sentirse más seguros, un 37% citó la posibilidad de realizar test de detección en los aeropuertos de salida; un 34% habló de la utilización obligada de máscaras faciales; y finalmente el 33% dijo que el distanciamiento social en los aviones lo tranquiliza.
“La gente está claramente preocupada por el Covid-19 cuando viaja. Pero también se tranquilizan con las medidas prácticas introducidas por los gobiernos y la industria bajo la guía de despegue desarrollada por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI)”, dijo De Juniac.
El 77% de los usuarios admiten que se lavan las manos con mayor frecuencia, el 71% evita las grandes reuniones y el 67% utiliza máscara facial o cubrebocas en público. Hasta allí se reflejan los nuevos hábitos; el problema es que el 58% de los consultados dijeron que evitan los viajes aéreos y el 33% afirmó que tratará de no viajar en el futuro “como una medida para reducir el riesgo a contraer Covid-19”.
Turismo en Europa hoy.
A través de un comunicado, el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Zurab Pololikashvili, reconoció que Europa lidera el camino de la reactivación del turismo y destacó el apoyo de los Gobiernos a la actividad. El funcionario dijo que el respaldo fue concreto y a todos los niveles, incluso al más alto estrato político: “La Comisión Europea ha ofrecido un sostén económico al sector sin precedentes. Y a escala nacional, Francia se ha hecho eco de nuestro llamamiento a apoyar con acciones y no solo con palabras, ofreciendo la ayuda económica que necesitan para sobrevivir y liderar la recuperación”.
La confianza que denota el mensaje de Pololikashvili se resume en la siguiente frase: “Hace cuatro meses, OMT pidió paciencia a sus miembros, al sector turístico y a los propios turistas. Les pidió: quédense en casa hoy para que podamos viajar mañana. Ese mañana ya está aquí”.
Según el organismo, el hecho de que los destinos de todo el espacio Schengen estén abiertos de nuevo tendrá un impacto inmediato y significativo en las economías y el empleo.
De todos modos, en su carta Pololikashvili invitó a seguir manteniendo la cautela: “Esta crisis está lejos de haber acabado. En otras regiones del mundo las fronteras permanecen cerradas al turismo y el Covid-19 sigue propagándose. El costo en vidas humanas, las pérdidas económicas y el impacto social siguen aumentando. No es tiempo para la complacencia”.
Incluso, el funcionario añadió que la amenaza de rebrotes “significa que debemos actuar de manera responsable y hacer de la salud pública nuestra prioridad”.
Pero, ¿para cuándo la reactivación verdadera? La pregunta del millón no tiene aún una respuesta clara. Sólo hay pronósticos, especulaciones.
Mirada crítica del turismo.
El Panel de Expertos de la propia OMT tiene la confianza por el piso y cree que la recuperación del turismo internacional no llegará antes de la segunda mitad de 2021.
Imposible no estremecerse con algunos de los datos de la última edición del Barómetro OMT del Turismo Mundial. Por ejemplo, en mayo hubo una caída del 98% de turistas internacionales. En el primer cuatrimestre hubo 300 millones menos de viajeros, lo que significó una pérdida de US$ 320 mil millones en ingresos para los países. El impacto negativo de la pandemia de Covid-19 en la actividad es tres veces mayor al ocasionado por la crisis económica global de 2009.
Según datos de ForwardKeys, la caída interanual de reservas aéreas internacionales hasta el 19 de julio para volar en todo 2020 tuvo una caída del 99% (el dato incluye tanto nuevas reservas como cancelaciones a partir de marzo).
Ni siquiera el reinicio de los viajes en Europa en plena temporada alta sacan del pozo anímico en que entró el Panel de Expertos de la OMT. Para el 91% de los consultados el período mayo-agosto, que cubre el verano del hemisferio norte, terminará siendo peor (26%) o mucho peor (65%) que el año pasado.
El grupo señaló como principales riesgos para una rápida recuperación la continuidad de las restricciones de viaje y los cierres de fronteras; la parálisis de los grandes mercados emisores como Estados Unidos y China; los rebrotes del virus y los riesgos de nuevos confinamientos. Todos ellos factores que se complementan con el deterioro del entorno económico y dejan cicatrices en la confianza de los consumidores.
Por todo ello, para el 52% de los expertos no habrá recuperación antes de la segunda mitad de 2021. De hecho, para tres de cada 10 habrá que esperar hasta el último trimestre del año que viene.
En cambio, los especialistas esperan que el turismo interno se reanude más rápido. Incluso la mitad aguardan una recomposición para el segundo semestre de 2020. Para la otra mitad este año ya está perdido.
Sin embargo, la mayoría de los expertos expresó que el turismo interno solo compensaría parcialmente (52%) la caída temporal del internacional, mientras que un 42% dijo que no lo haría en absoluto (42%).
¿El turismo se recuperará en 2024?
Lo cierto es que para IATA la recuperación plena recién se registrará en 2024. Desde junio, la entidad observa “brotes verdes”, pero con un avance más lento al previsto. Y mantiene la expectativa de que el tráfico doméstico se recupere antes que el internacional.
Previamente, la Asociación había pronosticado una recuperación plena, a los niveles pre Covid-19, para 2023, pero según los últimos datos estadísticos esto recién acontecerá un año después.
El cambio, que ha supuesto retrasar la ansiada recuperación un año, tiene que ver con la lentitud en dejar atrás los cierres de fronteras, fundamentalmente. En un pronóstico anterior, IATA afirmaba que el tráfico, al cabo de 2020, disminuiría un 46% respecto de 2019. La actualización eleva esa caída al 55%.
En definitiva, todas las cifras hablan de una recuperación más lenta. Y en ese sentido hay una serie de elementos centrales. Por ejemplo, la lenta contención del Covid-19 en los mercados más desarrollados como Estados Unidos o Europa. De hecho, últimamente se han verificado algunos rebrotes en esos mercados que representan el 40% de la demanda mundial.
También se verifica una reducción de los viajes corporativos, los más rentables por una combinación de factores que incluyen desde menores presupuestos para la concreción de estos viajes hasta la correlación histórica entre el crecimiento del PBI y los viajes aéreos.
Finalmente, se constata también una débil confianza del consumidor. Si bien se verifica una demanda de viajes de placer y para visitar amigos y familiares contenida, las preocupaciones con relación a la seguridad laboral, así como el riesgo de contraer Covid-19, parecen imponerse a la voluntad de viajar. Por eso un 55% de los consultados en la encuesta afirman que no viajarán en 2020.
Si bien se espera que el número de pasajeros crezca un 62% para 2021, aun así se mantendrá un 30% por debajo de los registrados en 2019.
“El tráfico de pasajeros tocó fondo en abril, pero la fortaleza del repunte ha sido muy débil. La mejora que hemos visto ha sido el vuelo doméstico. Los mercados internacionales permanecen en gran medida cerrados”, consideró Alexandre de Juniac.
Optimismo hotelero.
La consultora STR dio a conocer un trabajo que permite avizorar la ansiada luz al final del túnel para la industria de la hospitalidad. Y mucho antes que IATA para la aviación.
El informe en cuestión releva el comportamiento del mercado hotelero en crisis globales previas y, atento a ello, vislumbra un escenario de recuperación. “La asombrosa escala internacional de la pandemia actual la hace especialmente devastadora, pero la industria de viajes se ha recuperado de situaciones similares en el pasado y los expertos creen que se recuperará nuevamente”, remarcó Patricia Boo, directora de STR para el área Centro y Sudamérica.
La compañía analiza lo ocurrido en 2003 cuando se expandió el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) más allá de China, su país de origen. La caída de la demanda en esa instancia duró tres meses hasta que tocó su piso, que rondó el 10%, y la recuperación tardó seis meses en llegar a los niveles previos a la crisis. Los mercados más afectados entonces fueron Beijing, Hong Kong, Singapur, Tokio y Shanghái, entre otros. No obstante, hay que tener en cuenta que China no tenía entonces el rol como mercado emisor que tiene hoy, ni la incidencia que tiene actualmente su economía en otros países.
Otro episodio del informe elige como referencia fue la Gripe H1N1 que se originó en México en marzo de 2009. Un episodio que no requirió cuarentenas obligatorias pero que de todos modos tomó nueve meses para que se empezara a ver un ligero repunte de la ocupación; recién en diciembre de ese año comenzó a activarse la demanda.
Otras dos crisis globales políticas y económicas que impactaron en la industria de la hospitalidad fueron el atentado a las Torres Gemelas en 2001 y la caída de Lehman Brothers en 2008. En el atentado hubo que esperar 18 meses para que Estados Unidos recuperara la demanda de cuartos. Al tratarse de un evento que impactó directamente en la industria de la aviación, el efecto en el flujo turístico fue inmediato. Costó que volviera la confianza en volar y en realizar viajes de trabajo y de placer.
En tanto, en la caída de Lehman Brothers el impacto económico fue tan fuerte en Estados Unidos como en otras economías globales, principalmente Europa. En ambas crisis el valor de la tarifa tardó 24 meses en recuperarse. Fue necesario que el precio de la habitación bajara para volver a ser tentadora y accesible ante un viajero golpeado económicamente. Cabe recordar que en esa instancia ni América Latina ni China sintieron fuertemente el impacto de estos dos episodios.
En el caso del Covid-19 el impacto engloba a todas las regiones del mundo. Lo que implica para el turismo una imposibilidad de salir a buscar nuevos mercados o apostar a los que están más estables.
Indicadores en ascenso.
Lo cierto es que el último reporte mensual de datos de STR sobre la situación de la industria hotelera en Centro y Sudamérica, muestra una ligera mejora en la ocupación, pero en base a tarifas bajas.
Así, la ocupación promedio de junio 2020 ha sido del 17,3% frente al 68.9% que exhibió el mismo mes del año anterior, con una tarifa base de US$ 53,77, 34,6% por debajo que los valores de junio 2019. En estas condiciones, el RevPAR fue de tan sólo US$ 9,31 (-79,7%).
Al referirse puntualmente a Brasil, el mercado más importante de la región, la consultora consigna que los niveles de ocupación fueron del 14,8% (-73,6%), con una tarifa promedio de $R 199,76 (-33,3%) y una caída en el RevPAR del 82,4% ($R 29,48).
El informe indica: “El rendimiento sigue siendo bajo en los mercados clave, como San Pablo, que depende en gran medida de la demanda corporativa, que en junio impulsó una ocupación del 6,7%. Sin embargo, los mercados de ocio y regionales registraron niveles de ocupación de dos dígitos. Así, el sudeste de Brasil registró una ocupación del 17,6%, mientras que ese índice para el estado de San Pablo fue del 12,9%.
Si nos transportamos a Estados Unidos, los registros de STR en términos de ganancias operativas hoteleras brutas para junio pasado acusan un descenso del 105,4%, porcentaje que si bien es negativo, supera a los registros de abril (-116,9%) y mayo (-110,1%).
En este contexto, algunas propiedades de servicio completo se mantuvieron en equilibrio, con factores de ocupación del 50%.
"En línea con el aumento informado sobre demanda y ocupación, las métricas de rentabilidad aumentaron aún más a través de mejoras en todos los departamentos de ingresos, excepto los de Alimentos y Bebidas", dijo Raquel Ortiz, directora asistente de desempeño financiero de STR, quien agregó: “En base a la habitación disponible, los ingresos de las propiedades de servicio completo casi igualaron el nivel de aquellas de servicio limitado.
Los niveles más altos de TrevPAR (Ingresos totales por habitación disponible) y de GopPAR (Beneficio operativo bruto por habitación disponible) fueron para el área de Tampa-St. Pete, Florida (US$ 116 y US$ 35, respectivamente) y Anaheim-Santa Ana, California (US$ 110 y US$ 28).