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Cultura

Desentrañando el Triángulo de Oro

Un intenso recorrido que atraviesa Delhi, Agra y Jaipur significa entrar de lleno a buena parte de la mítica cultura india, muchas veces expresada a través de sus más magníficos monumentos, que se erigen como muestras superiores de arte, espiritualidad y, cuando no, de amor.

Las edificaciones magníficas, la espiritualidad, el aroma que emanan las especias son todos trazos distintivos e interconectados de una nación amplia y única. Para desentrañar esta singularidad, lo ideal es encarar un itinerario por el denominado “Triángulo de Oro”, que comprende las ciudades de Delhi, Agra y Jaipur.

LA TRADICIÓN DE DELHI.

Una jornada en Delhi puede empezar explorando los sitios icónicos del denominado Rajpath. Conviene comenzar por la ciudadela Rashtrapati Bhavan, estructura diseñada por el reconocido arquitecto Lutyens como residencia oficial del virrey de India durante el dominio británico y que actualmente alberga al presidente del país. También es recomendable la visita a la Iglesia Catedral de la Redención, ubicada en las cercanías, para luego dirigirse el Museo Nacional de India.

La siguiente parada puede ser la Galería Nacional de Arte Moderno, en la Casa Jaipur, establecimiento que presenta las cambiantes formas del arte indio a lo largo de más de 150 años. Enfrente se encuentra la Puerta de India, un monumento de 42 m. de altura erigido en honor a los soldados indios y británicos que fallecieron en la frontera noroeste durante la Primera Guerra Mundial y la guerra anglo-afgana de 1919.

La tarde se puede aprovechar conociendo las callejuelas del viejo Delhi, ya sea a pie o en rickshaw. Se puede empezar por Jama Masjid, una de las mezquitas más grandes de India, y desde allí ir recorriendo el Templo Digambar Jain, el Templo Gauri Shankar, el Palacio Bhagirath y la mezquita Fatehpuri, entre otras destacadas edificaciones.

Un día ideal debería culminar con una excursión al Fuerte Rojo, la muestra más espectacular de la arquitectura mughal en Delhi. Para explorarlo se necesitan al menos dos horas. Lo ideal es quedarse al show de luces y sonido que tiene lugar por la tarde y transporta a los espectadores a los momentos esenciales de la historia local.

Con más tiempo, otra posibilidad es el Parque Arqueológico Mehrauli, que contiene cerca de 100 monumentos históricos construidos a lo largo de cinco siglos. Entre sus atractivos están la mezquita de Jamali Kamali y la tumba de Quli Khan. A continuación se puede visitar el complejo adyacente donde se encuentra la torre de Qutub Minar, la mezquita Quwwat ul-Islam, la Puerta de Alai, el Pilar de Hierro y las tumbas de Iltutmish, Alauddin Khilji e Imam Zamin, rodeadas por las ruinas del Templo Jain.

AGRA: UN MONUMENTO AL AMOR.

Con la llegada de la dinastía de los Mughal en 1526, la historia india presenta una sucesión de soberanos que decidieron dejar su impronta en varias ramas de las artes. Si bien favorecieron a Delhi como capital, muchas de las maravillas arquitectónicas fueron reservadas a Agra y Fatehpur Sikri.

Agra alcanzó su auge entre 1556 y 1658, bajo los reinados sucesivos de los emperadores Akbar, Jehangir y Shah Jahan, convirtiéndose en un centro líder en artes, ciencias, comercio y cultura, atrayendo a intelectuales y artistas.

Esto terminaría reflejándose en palacios, fuertes y jardines, testimonios de esa era dorada. En este marco, el Taj Mahal constituye la obra cumbre de la arquitectura mughal.

Sobre este monumento vale relatar que 18 años antes de que Shah Jahan se convirtiera en emperador, éste perdió a su esposa, motivo por el cual decidió erigir un mausoleo sublime en su memoria. Construido en mármol prístino, el Taj Mahal demandó la labor de 20 mil trabajadores a lo largo de 22 años. Esta edificación, que simboliza el amor eterno de Shah Jahan por su difunta mujer, también se nutrió de elementos de toda Asia, como el jaspe de Punjab, cristales de China, turquesas del Tíbet y ónix y amatistas de Persia. En la edificación tienen especial interés Jilo Khana, la entrada principal hecha en arenisca roja; el Museo; los jardines Taj, con su combinación de fuentes y espacios verdes; y, finalmente, las tumbas gemelas de Shah Jahan y su esposa.

Otra visita imperdible es el Fuerte de Agra, ubicado en las márgenes del río Yamuna y cuya construcción finalizó en 1573. Se trata de una ciudadela de forma triangular que muestra diversos ejemplos del arte mughal, en un circuito de 2,5 km. de largo, que abarca residencias, tumbas y ruinas. Recubierta de hermosos mosaicos, solo la Puerta de Amar Singh está abierta a los visitantes.

Por otro lado, a 37 km. de Agra en dirección sudoeste, se encuentra una de las más extraordinarias ciudades medievales de India: Fatehpur Sikri. Se cuenta que el emperador Akbar –pese a tener muchas esposas– no podía concebir un heredero. Por ello se acercó hasta la cueva remota que habitaba el sufi Sheikh Salim en Sikri, para que lo bendijera. Eventualmente el niño nació y el emperador decidió, en honor a Salim, construir una nueva ciudad. De este modo surgió una ciudad que, a través de sus mezquitas, palacios, monumentos y jardines rivalizó con Agra y Delhi en su época de esplendor. Hoy, tras 400 años, su magnificencia no ha cedido, ya que se encuentra prácticamente inmaculada.

JAIPUR, LA CIUDAD ROSA.

Jaipur goza de la distinción de ser la primera ciudad planificada de India. Reconocida por sus coloridas gemas, la capital provincial de Rajasthán combina su perfil histórico con las ventajas de una metrópoli. Si bien la ciudad data de 1727, la historia dice que en 1876 el príncipe de Gales visitó India, y como el rosa simbolizaba la hospitalidad, el maharajá Ram Singh de Jaipur mandó a pintar toda la ciudad de ese color. De allí su actual y atractiva tonalidad.

En cuanto a paseos, en las profundidades de la ciudad amurallada se encuentra el Palacio de Jaipur, concebido por el maharajá Sawai Jai Singh, fundador de la urbe. Incluso al día de hoy parte del palacio es utilizado por la última familia real. Dentro del predio, el Mubarak Mahal presenta un museo que exhibe una vasta colección de vestimentas reales, delicadas pashminas, saris de seda y otras prendas con motivos y bordados folclóricos. En tanto, el Palacio Maharani cuenta con una exhibición de antiguos armamentos que se remontan hasta el siglo XV.

Otro atractivo es Hawa Mahal, literalmente “Palacio de los Vientos”, que fue construido en 1799 por el rey y poeta Sawai Pratap Singh como retiro veraniego para su familia. El edificio se ha transformado en uno de los íconos de Jaipur debido a su emblemática piedra arenisca rosada y su museo arqueológico.

A 11 km. de la ciudad, el Fuerte Amber constituye otro hito. Se trata de una edificación de estilos hindú y mughal de fines del siglo XVI, concebida para defenderse de los ataques enemigos. Su severo aspecto exterior contrasta con interiores de arenisca y mármol blanco, entre pinturas, esculturas, piedras preciosas y espejos. Todo se completa con la impresionante vista hacia el lago Maota.

El recorrido por Rajasthán también debe incluir el paso por Udaipur, muchas veces referida como la “Venecia del Este”. La ciudad se encuentra justo en el medio del lago Pichola, constituyendo sin duda uno de los mejores paisajes de India, mientras que los hermosos palacios de la Ciudad y Monsoon colaboran con su majestuosidad arquitectónica. El primero se destaca por sus terrazas, torres y cúpulas, además de su museo de objetos antiguos; mientras que el Palacio Monsoon, de fino mármol blanco, se encuentra en la cima de la montaña Bansdara y ofrece una panorámica inmejorable.

El Palacio del Lago y Jag Mandir son otras edificaciones de innegable valor. Según se dice, este último incluso sirvió de inspiración para la actual Maravilla del Mundo Moderno e ícono indiscutido de India, el Taj Mahal.

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