Bangkok es una de las cunas del budismo. Allí se encuentran más de 400 templos, llamados wats, donde los turistas se mezclan con los monjes, facilmente distinguibles por sus túnicas de color azafrán. En la zona histórica de la ciudad, Rattanakosin, se conservan palacios y algunos de estos 400 wats (“templos”) de la ciudad. Uno de ellos es el del Buda de Oro (Wat Traimit), que alberga nada menos que una imagen del Gautama sentado, de 900 años, 4,5 m. de alto y más de 5 toneladas de oro sólido. Es el más grande realizado en ese metal. Cuentan que en el siglo XVII, ante la amenaza de los birmanos, la estatua fue cubierta con yeso y permaneció disimulada así por muchos años, hasta que en 1957 un monje descubrió accidentalmente lo que había debajo.
Hoy puede verse reluciente, rodeada de otras imágenes y las típicas ofrendas florales entretejidas, que representan un símbolo de respeto y se venden en tres variedades: bua, pathum y ubon. Y a un lado del templo, para las ofrendas de dinero, hay contenedores plásticos en los que, al arrojar monedas, ¡se activan plegarias electrónicas!
El recorrido puede continuar por Wat Pho, junto al Palacio Real. Es el templo más antiguo y grande de la ciudad, y su plato fuerte es la imagen del Buda recostado, de 46 m. de largo, 15 m. de alto. y pies de madreperla. Es realmente imponente; darle toda la vuelta lleva su tiempo y bien vale la pena hacerlo, observando sus detalles fascinantes –como las innumerables pequeñas flores laminadas en oro y coloreadas de tonos brillantes– y buscando el mejor ángulo para la fotografía.
Además, estas bellas estatuas gigantes –en las que se observa una notable influencia china– escoltan el ingreso a diversos sectores del predio, en los que se aprecia otro centenar de imágenes, decenas de estupas (monumentos funerarios) de diferentes tamaños revestidas con cerámicas de colores y monjes con túnicas anaranjadas caminando silenciosa y pausadamente en medio de la multitud de turistas.
En tanto, el templo del Buda Esmeralda se encuentra dentro del complejo del Palacio Real y en su capilla principal se yergue la venerada imagen, hecha de jade. El Gran Palacio Real es otro sitio imperdible, al igual que el Museo Nacional, la Mansión Vimanmek y el Palacio Suan Pakkad, entre otros.
Por otro lado, Wat Arun, sobre la otra margen del río, se alza con su inconfundible cúpula de 82 m. decorada con cerámica y porcelana, conformando una de las postales de la ciudad. Es adorable verlo de noche, sobre todo desde el río, cuando es iluminada con focos.
Una mención aparte merece el altar de Erawan, emplazado al aire libre, en una esquina del distrito comercial Ratchaprasong. Allí los devotos hinduistas rinden culto durante las 24 horas a la diosa Brahma, con música, baile, inciensos y ofrendas. Prometen pagar con algo si el deseo que piden se les cumple. Y lo típico es hacerlo con 20 minutos de danza tailandesa, de modo que allí hay bailarinas con atuendos y maquillaje impecables, siempre listas para ese propósito.
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