Al tratarse de una de las escalas de un crucero que realicé por el Mediterráneo, no fueron venticuatro sino apenas siete las horas de mi estadía en Palermo, pero alcanzaron para vivir una rica experiencia en la capital de Sicilia.
24 horas en Palermo
Para cualquiera que dispone de poco tiempo, en este o cualquier otro destino, lo ideal es realizar un paseo en bus turístico y así obtener un preciso pantallazo y no perderse ningún atractivo fundamental del lugar en cuestión. En todo caso, si hay otra oportunidad en el futuro, se podrá entrar en los detalles.
Fue así que, una vez en tierra, compré mi ticket para uno de los tantos servicios de “Hop On Hop Off” disponibles en la avenida de enfrente a la terminal marítima.
De esta manera, con los auriculares de la audioguía colocados y un elegante sombrerito para protegerme del sol, inicié el itinerario en la parte alta del bus.
Lo primero que salta a la vista de la fisonomía urbana es la variedad de estilos arquitectónicos. Y es que los conquistadores de tan diversos orígenes que pasaron por este territorio –cartagineses, romanos, bizantinos, árabes, normandos, españoles y austríacos– dejaron su impronta. Por ello es que abundan restos púnicos, casas de estilo Art Nouveau, residencias de estilo árabe y normando, iglesias barrocas y teatros neoclásicos, que se van amontonando en la vista a medida que se recorren las calles.
De esta manera pueden apreciarse los edificios que conforman el conjunto “Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale”, incorporado a la lista del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en julio de 2015. Se trata del Palazzo dei Normanni y Cappella Palatina, San Giovanni degli Eremiti, iglesia de la Martorana, iglesia de San Cataldo, la magnífica Catedral local, el Palacio de Zisa y el Ponte dell'Ammiraglio.
Un detalle a tener en cuenta es que, debido al intenso y ligeramente desordenado tránsito palermitano, los buses turísticos suelen demorarse en volver a pasar por cada uno de los sitios en los que uno desciende para caminar y apreciar de cerca estas deslumbrantes construcciones. Así que, aunque sin apurarse, conviene asignarle a cada “escala” un tiempo prudencial.
Asimismo, despiertan interés las Iglesias de San Ignacio, San Francisco de Asís, San Giuseppe dei Teatini y la Casa Professa, además de los Quattro Canti (Piazza Vigliena), un bellísimo espacio cuyas cuatro esquinas son las fachadas cóncavas de edificios del siglo XVIII, que cuentan con estatuas de las cuatro estaciones, los reyes españoles y las cuatro santas de Palermo.
SABOR SICILIANO Y ATRAYENTES FISONOMÍAS.
La visita a Palermo no estará completa si el turista no prueba el famoso “cannolo siciliano”. Se trata de un postre típico de la región, que consiste en una masa enrollada en forma de tubo –como si fuera un cubanito nuestro, pero de mayor tamaño– rellena de distintos ingredientes –puede ser vainilla, chocolate, pistacho, agua de rosas– mezclados con queso ricota. Una delicia que jamás se irá de la memoria del viajero, máxime si es amante de los dulces.
Continuando con el circuito, bajando hacia el mar, tomando la extensa via Calatafami podemos observar dos atractivos: las Catacumbas de los Capuchinos, en el Monasterio homónimo, famosas por sus cuerpos embalsamados; y la Zisa, un impactante palacio de arquitectura árabe que fue residencia de los reyes normandos que gobernaban Sicilia desde Palermo.
Casi al lado está la hermosa Porta Nuova, construida en 1460 para abrir la principal arteria de Palermo, la via Vittorio Emanuele; mientras que más adelante se encuentra la villa Bonnano, con el Palazzo Sclafani –de 1330– en una de sus esquinas.
El circuito continúa bordeando la Plaza Pretoria, con su bella fuente; el Palacio Senatorio, actual ayuntamiento; y la suntuosa Iglesia de Santa Caterina. Cerca de allí se encuentra el llamativo Monumento a los Caídos en la Lucha contra la Mafia.
Al otro lado de Vittorio Emanuelle, entre muy pintorescas callejuelas, funciona el mercado de la Vucchiria, con múltiples puestos de fruta, pescado, carne, quesos y especias en los que se aprecia el verdadero color local de la ciudad, con una mezcla única de olores y colores.
El recorrido llega a su fin con imágenes de los señoriales teatros Politeama y Massimo, el Palazzo Conte Federico y otros de los tantos fantásticos edificios que hacen de Palermo un destino de una riqueza arquitectónica admirable.
Informes: www.visitpalermo.it.
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