A orillas del lago Ontario -uno de los Cinco Grandes Lagos Norteamericanos- se levanta una urbe como ninguna: Toronto es grande, pujante, dinámica, y no por ello se envuelve en los caos propios de las metrópolis.
Metrópoli con carisma de pueblo
Sus habitantes, los torontorianos, poseen dos particularidades generales: en primer lugar, el 50% de ellos es extranjero, provenientes de todas partes del orbe, quienes traen consigo muchos de sus usos y tradiciones, nutriendo y renovando constantemente la cultura local, lo cual se encadena con la segunda característica: para que la convivencia sea posible han hecho de la hospitalidad, la solidaridad y la cordialidad valores comunes a todos. Esto se palpa día a día y se extiende a todos los visitantes.
Además, la urbe es el epicentro del comercio y el entretenimiento canadiense, con propuestas de todo tipo y para todos, en un ambiente cálido y colorido que brinda la sensación de que Toronto es una ciudad pop.
A PRIMERA VISTA.
En el recorrido del aeropuerto al hotel ya se pueden percibir los rasgos de una cultura que piensa de manera diferenciada: los carteles publicitarios a la vera de la ruta están hechos íntegramente de piedra blanca, dispuestos sobre el paso, de modo de evitar la contaminación visual y la distracción de los automovilistas.
El primer paseo pedestre por la gran ciudad entrega muchas impresiones: la más grande, inevitable, es constatar la inmensa diversidad cultural de los habitantes, gente de todos los colores y con todo tipo de vestimenta que se entremezcla en el fluir natural de la urbe.
Por otro lado, la sana parsimonia con que se manejan: además de ser muy amables, todos transitan sin prisa, la mayor parte de las veces con "algo", ya sea una mascota, un café de Starbucks o andando en rollers, bicicleta e, incluso, monociclo.
Pese a que la metrópoli ostenta un fuerte desarrollo económico visible y envidiable -aun en tiempos de crisis-, las calles del downtown torontoriano están lejos de ser frenéticas. Más allá del ritmo desacelerado de sus habitantes hay otra razón: el PATH, una laberíntica galería subterránea donde, sobre todo en invierno, los oficinistas se refugian del frío. Pasar en el horario de almuerzo significa entrar en un territorio donde todos se amontonan -como nunca en Toronto- y las charlas bullen con un predominante aroma a comida salteada y agridulce.
Apetente, una mejor opción es ir a por un sándwich repleto de lonjas de panceta, acompañado de una dulce Canada Dry -en su versión ginger ale-, en el St. Lawrence Market, un pintoresco mercado destacado por la venta de alimentos frescos. Dos loonies y dos toonies (las monedas de 1 y 2 dólares canadienses, acuñadas con la figura de un pato y un búfalo, respectivamente) bastan para solventar el almuerzo, que será degustado en una de las tantas plazas repletas de tulipanes.
Hasta el momento, realmente ha sido un paseo relajado, aunque durante el mismo queda la sensación de haber sido constantemente vigilado... probablemente sea a causa de aquel altivo centinela que, erguido por sobre todos los edificios, fue testigo de cada uno de mis movimientos.
LA AGUJA FUTURISTA.
553 metros de alto: este dato bastaría para resumir la imponencia de la CN Tower, pero lo cierto es que como atractivo posee mucho más que una gran dimensión. Desde esta enorme aguja, que se cuela en todas las postales locales, se puede dominar fácilmente el gran escenario urbano.
El ascensor panorámico comienza a poner a prueba el vértigo de los visitantes; los miradores presentan la inmensidad de Toronto y las particularidades de muchos de sus edificios; y un piso de vidrio invita a los osados a pararse sobre él y admirar debajo de sus pies un vacío que se extiende por 342 m. hasta el suelo; no hay que temer: según los guías, el material resiste el peso de 14 hipopótamos, aunque uno no deja de preguntarse cómo hicieron para subirlos hasta allí...
Además, el restaurante giratorio, a 351 m. y cuya revolución demora 72 minutos, constituye un sitio ideal para quienes celebran ocasiones especiales, complementado con una cuidada bodega con vinos para todos los paladares.
Por las noches, la CN Tower también es vanidosa y brilla desde la base hasta la punta con sus hipnóticos juegos de luces multicolores.
LA REINA DE LAS CALLES.
El downtown local no tiene qué envidiarle al de las urbes estadounidenses. Con una efervescencia producida puertas adentro de los enormes edificios de oficinas, da gusto recorrer a pie las limpias cuadras del centro, preferentemente a lo largo de Yonge Street, la principal arteria que corre de sur a norte desde la costa del lago Ontario. Desde allí y hacia el oeste, Queen Street es la calle a desandar, donde se puede percibir una extraña mezcla de bohemia y consumismo que encuentra su correlato en locales de diversos rubros con propuestas muy originales, desde grandes librerías, casas de ropa y bares de cerveza tirada, hasta tiendas de comics y sex shops.
Aquí también están los estudios del canal Much Music, donde los mejores músicos se presentan en vivo en sus programas, produciendo temporarias aglomeraciones humanas frente al edificio de la señal.
CHINA EN CANADA.
Tal como se ha anticipado, la fuerte inmigración se nota por doquier y los barrios lo reflejan: se pueden mencionar Little Portugal, Little Italy, el Greektown y el Chinatown torontoriano. Este último se distingue por albergar al afamado Kensington Market, donde se puede conseguir, a granel, todo tipo de frutas, especias y otros alimentos frescos. Una buena manera de llegar allí es a través de los rojos tranvías que recorren toda la ciudad. Se trata de una tranquila zona salpicada de cortadas y callejones con casas de pintorescas fachadas y paredes con grafitis y dibujos de innegable valor artístico. Muchos de los patios delanteros de las casas están abiertos a los transeúntes, donde se disponen numerosas hileras de ropa usada, mucha de ella vintage, entre la cual siempre es posible encontrar modelos únicos a muy bajo costo.
MUSEUMS.
Las opciones de ocio y entretenimiento son incontables y muy diversas. En cuanto a museos, el Art Gallery of Ontario (AGO) despliega constantes muestras de arte moderno y clásico, pictóricas en su mayor parte, destacándose los originales de Rubens; mientras que el Royal Ontario Museum (ROM) reúne todas las disciplinas, desde la antropología con grandes colecciones de antiguas civilizaciones, hasta la biología y la paleontología. Incluso hay un espacio didáctico destinado a los niños, donde podrán aprender mucho a través de juegos.
Por último, vale resaltar el Bata Shoe Museum, que compila miles de zapatos de todas las épocas y regiones del mundo. La muestra también incluye calzados utilizados por celebridades como unos zapatitos rojos pertenecientes a Marilyn Monroe y unas estridentes botas plateadas otrora utilizadas por Elton John.
PURA VANGUARDIA.
Al este, el Distillery District comprende una serie de edificios de ladrillo rojo a la vista que, tal como su nombre lo indica, funcionó como una destilería de alcohol en el siglo XIX.
Gracias a un gran trabajo de restauración llevado adelante desde 2001, actualmente se trata de un imperdible y dinámico espacio dedicado al arte, el diseño y los emprendimientos independientes, donde lo clásico se fusiona con la más pura vanguardia.
Uno de los puntos altos es el café Balzac, otros la chocolatería Soma y las regalerías, que cuentan con todo tipo de originales objetos.
Ya que el área es enteramente peatonal, se ofrecen recorridos en segway (esos curiosos medios de transportación de dos ruedas en los que uno va parado) para conocer los negocios, recovecos e historia junto a un guía.
MAS ENTRETENIMIENTO.
La oferta teatral de Toronto es por demás abundante, con producciones internacionales -al estilo de Broadway- que se estrenan constantemente y se mantienen en cartelera durante meses, ya se trate de clásicos u obras contemporáneas. Incluso King Street -donde se alinean las principales salas- tiene su propio Paseo de la Fama con sus correspondientes estrellas.
Los deportes también tienen su lugar, ya que Toronto promueve a los Raptors, en básquet; los Blue Jays, en béisbol; al Toronto FC, en fútbol; y a los Maple Leafs, en hockey sobre hielo (el deporte nacional de Canadá); todos participantes de las competitivas ligas estadounidenses, lo que asegura espectáculos de primer nivel.
Vale mencionar también los grandes complejos comerciales de la ciudad, como el Toronto Eaton Centre, sobre Yonge Street, o el Vaughan Mills, que a 30 minutos del centro (hay shuttles gratuitos desde Union Station) concentra outlets con grandes rebajas en locales como Gap, Lacoste, Marciano, Hugo Boss y Tommy Hilfiger.
PASADOS POR AGUA.
Nada más conveniente que visitar Niagara Falls desde Toronto. Fácilmente accesibles desde la terminal de trenes de Union Station, tras dos horas de viaje las cataratas esperan a ser admiradas desde todas las perspectivas: la clásica excursión a bordo de alguno de los Maiden of the Mist es inevitable para contemplar la espuma en primer plano; también se puede acceder a una serie de túneles para observarlas por detrás; aunque una de las mejores opciones, si el bolsillo lo permite, es visualizarlas desde el aire, en una excursión en helicóptero que, naturalmente, ofrece las mejores panorámicas. Con frecuencia el destino es elegido por los enamorados para comprometerse a matrimonio o bien para celebrar su luna de miel.
A diferencia de nuestras cataratas misioneras, no hay una gran selva alrededor: en la ciudad de Niagara Falls -lindante con los saltos- las propuestas se basan en el entretenimiento para toda la familia, entre parques de diversiones, acuarios y otras extravagantes atracciones, complementadas con casinos y hoteles de categoría.
En la zona, se recomienda visitar los viñedos de Château des Charmes, donde es posible degustar y comprar premiados icewines, dulcísimos vinos blancos que se producen a partir de la uva congelada.
• Ubicación: la urbe se encuentra en Canadá, al sur de la provincia de Ontario, sobre el lago homónimo.
• Superficie: 641 km².
• Población: 5 millones.
• Culturas: es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, donde conviven cerca de 90 etnias.
• Arte y espectáculo: el área metropolitana ostenta 90 teatros, además 50 compañías de danza y 125 museos, galerías y archivos públicos.
• Alojamiento: en la región de Toronto hay 231 establecimientos. En el centro el número de habitaciones de hotel asciende a 17.500, muchas de ellas pertenecientes a propiedades de cadenas internacionales, como Sheraton, Four Seasons, Hilton, InterContinental y Howard Johnson.
• Galería subterránea: el denominado PATH de Toronto conecta 1.200 tiendas y restaurantes, 50 torres de oficinas y cinco estaciones de subte.
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