Porto do Galinhas es el paraíso en el nordeste brasileño para quienes la eligen como destino de sus soñadas vacaciones. Su principal atractivo es la magnificencia de sus playas extensas, de arenas blancas y aguas claras y cálidas, pobladas de los típicos cocoteros.
Un paraíso en el nordeste brasileño
Además, el mar es tranquilo gracias a la barrera de coral que frena la fuerza de las olas y facilita la creación de piscinas naturales. Es por ello que Porto de Galinhas fue escogida siete veces como la mejor playa de Brasil por los lectores de la revista Viagem e Turismo.
Porto es el lugar indicado para viajar en familia o en pareja. Es un pueblo tranquilo y alegre, donde los turistas podrán relajarse y tener la privacidad que buscan, además de entretenimiento nocturno y múltiples actividades en contacto con la naturaleza para realizar en familia.
Un imperdible del destino es pasear en jangada –una embarcación tipo balsa, tradicional de Brasil– por las piscinas naturales hasta llegar a los arrecifes. Allí, los viajeros podrán hacer esnórquel para apreciar las diversas especies de peces, alimentarlos o bucear para explorar formaciones rocosas y restos de naufragios. Esta es realmente una experiencia inigualable que sorprenderá tanto a niños como a adultos.
Ahora, quienes prefieran aventuras con más adrenalina la opción será la playa de Maracaípe, que es el hogar de los surfistas, ya que sus olas alcanzan los 2,5 m. de altura, mientras que en el Pontal de Maracaípe los fuertes vientos favorecen la práctica del kite-surf, donde se utiliza una tabla de surf arrastrada por una cometa. Asimismo, en la zona se pueden desarrollar deportes como windsurf, esquí acuático, buceo, esnórquel, kayak y stand up paddle, que consiste en una pala y una tabla de surf. Realizando cualquiera de estas actividades, el turista apreciará la belleza natural de los manglares y de la costa de Porto de Galinhas.
Otra tradicional forma de divertirse y conocer el destino de manera relajada es tomar un paseo en buggy y recorrer las playas desde Maracaípe o Muro Alto, lo que permite vislumbrar desde la costa la gran barrera de coral. Además, es una excelente oportunidad para tomar impactantes fotografías panorámicas.
Los niños quedarán maravillados con la visita al Proyecto Hipocampus –biología, cultivo y conservación de los caballitos de mar de Brasil– y a los nidos de las tortugas marinas, conservadas y protegidas por Ecoasociados, donde a menudo se puede acompañar la inolvidable escena de incubación. Asimismo, las familias tendrán la posibilidad de conocer el boabab, un árbol gigantesco con un tronco de 4,5 m. de diámetro y aproximadamente 400 años de antigüedad.
En cuanto a la diversión nocturna, Porto de Galinhas no se queda atrás. El pueblo cuenta con diversos bares y restaurantes, discotecas y shows de danzas tradicionales.
DELICIAS DEL MAR.
El paraíso no solo es visual sino que también puede sentirse y degustarse, y así la culinaria se convierte en otro pilar de Porto de Galinhas. Como buena ciudad portuaria lo que se destaca es su amplia oferta de delicias del mar.
Entre los mejores restaurantes para saborear los pescados, crustáceos y mariscos están los del grupo Beijupirá, ya sea en Porto de Galinhas, Praia dos Carneiros u Olinda. El plato recomendado es, justamente, el beijupirá, uno de los peces más codiciados de la región.
Dentro de las comidas típicas también se encuentra la feijoada y los cangrejos cocidos, y de postre el bolo de rolo, un tradicional arrollado de caña de azúcar.
Pero la localidad también se distingue por satisfacer todos los gustos, y por ello cuenta con pizzerías, creperías, casas de sushi, restaurantes internacionales y locales especializados en helados y jugos tropicales.
MAS PLAYAS.
Además de la reconocida playa de Porto de Galinhas, la ciudad cuenta con otras bellas playas que los viajeros podrán conocer durante su estadía en el destino.
Camboa es un balneario poco frecuentado, de 1,5 km. de extensión. Su nombre en tupí-guaraní significa aguas tranquilas y sus principales atractivos son los arrecifes que forman piscinas naturales poco profundas, sus arenas blancas y los cocoteros. Cabe mencionar que solo se puede acceder caminando desde la playa Muro Alto.
Muro Alto es un poco más concurrida, de 2,5 km. de extensión, y formada por riscos de arena que alcanzan los 3 m. de altura, generando una especie de paredón hacia el mar. De allí surge el nombre por la que se la conoce. En esta zona se encuentra una de las piletas naturales más profunda de la región, ideal para practicar jet ski.
Por último, la playa Cupe, ubicada al norte del pueblo de Porto de Galinhas, cuenta con una longitud de 4,5 km. Posee pocos arrecifes, lo que permite que se genere un oleaje mayor, aprovechado por los surfistas.
UNA EXCURSION CULTURAL.
Estando tan cerca de la capital de Pernambuco, no se puede desaprovechar la oportunidad de llevar a cabo un city tour a Recife y Olinda, fundadas en 1537 y 1535, respectivamente. Recife, capital de Pernambuco, se caracteriza por la belleza de sus puentes y la playa de Boa Viagem. En cuanto a Olinda, cabe resaltar que fue la capital del estado hasta 1837 y posee un gran patrimonio cultural.
Olinda se distingue claramente de otras ciudades del estado de Pernambuco por la combinación de su fauna y flora, geografía e historia gravitante. Realmente es bella y uno queda maravillado al contemplarla.
Cuando uno recorre las calles de adoquines de su centro histórico percibe la calidez y hospitalidad de los lugareños, que también se vislumbra a través de las coloridas y pintorescas casas coloniales.
Su riqueza es valorada a nivel nacional e internacional, y en este sentido ostenta los títulos de Monumento Nacional (1980), otorgado durante el gobierno militar del presidente João Figueiredo, que sirvió para apoyar la declaración de la Unesco; Patrimonio Cultural de la Humanidad (Unesco 1982); Ciudad Ecológica (1982), dado por el entonces alcalde Germano Coelho en vista de las abundantes zonas verdes existentes; y Primera Capital Brasileña de la Cultura (2005).
La magnificencia paisajística es la principal atracción del pueblo, que obliga a quien la visita a recorrer todos sus rincones. El enclave se caracteriza por contar con numerosos templos de la fe católica, valiosos por su arquitectura e historia.
La iglesia más antigua de la Orden de las Carmelitas en Brasil es la Do Carmo, construida en 1580 y restaurada en 1720, de un estilo colonial renacentista.
La iglesia de San Salvador del Mundo o da Sé, de líneas barrocas, también tiene un gran significado cultural, porque surgió como una capilla y fue elevada a la categoría de Catedral del Obispado de Olinda en 1676.
Asimismo, el primer establecimiento franciscano en Brasil es la iglesia Nuestra Señora de las Nieves, cuya construcción comenzó en 1585; mientras que el monasterio y la basílica de Sao Bento son reconocidos por su expresión del arte barroco y por albergar durante 24 años a la primera escuela de Derecho del país.
Entre otros templos que vale la pena conocer, cabe resaltar al de los Pasos, compuesto por cinco pequeñas capillas coloniales erigidas entre 1773 y 1809.
Antiguamente el pueblo se llamaba Porto Rico debido a la exportación y explotación de la caña de azúcar. A partir del siglo XVIII, el tráfico de esclavos traídos de África estaba prohibido, y de este modo los contrabandeaban ocultos debajo de casilleros de gallinas, bajo el anuncio en clave: “Hay gallina nueva en el puerto”. Es así que hoy por hoy se conoce a la localidad como Porto de Galinhas.
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