La cadena de hoteles The Westin fue la que popularizó el uso de ropa de cama blanca en la década de 1990 porque generaba un efecto de limpieza, de demostración de lujo (como ocurría años atrás con los ricos que se vestían de ese color) y de renovación reciente de las instalaciones.
Pronto esta tradición de utilizar sábanas y toallas blancas en los hoteles se masificó y hoy hasta los hospedajes más económicos y sencillos tienen en sus habitaciones sábanas y toallas blancas para sus huéspedes.
Pero además la elección de este color para la ropa de cama responde a fines prácticos, ya que al momento de lavar sábanas y toallas se puede echar todo junto al lavarropas sin tener que preocuparse porque se corran los colores o destiñan las prendas.
Otra de las cuestiones que tuvieron en cuenta a la hora de optar por el blanco en las prendas es la facilidad de blanquearlas en caso de manchas.
Un dato adicional es que los hoteles suelen utilizar sábanas sin elásticos por varios motivos: primero porque se planchan y doblan más fácilmente, lo que se implica un ahorro sustancial del tiempo en estas cuestiones; una vida útil promedio más prolongada porque los elásticos suelen desgastarse; y por la facilidad en la organización que implica tender varias camas (a veces cientos).
En cuanto a la durabilidad de las sábanas, los que saben dicen que si es de buena calidad se establece en una media de 240 lavados; o un aproximado de ocho meses.
Mientras que una toalla puede durar en el hotel entre seis a siete meses, aunque si es de excelente calidad, es decir si está fabricada con un algodón de primera, puede llegar a permanecer en el hotel hasta 12 meses.
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