Santiago del Estero, “madre de ciudades”.
Perlitas norteñas
Organizamos el recorrido de sur a norte comenzando por Santiago del Estero, la capital provincial más antigua del país. De esta manera, la “madre de ciudades” será el origen y punto de partida de nuestro itinerario.
Al recorrer sus calles percibimos la versatilidad de la urbe, en la que conviven antiquísimas edificaciones como la primera catedral de Argentina (Catedral Menor) y el moderno e impactante Centro Cultural del Bicentenario, un reducto que promueve desde diversas expresiones artísticas la cultural provincial. Después visitamos el Convento de Santo Domingo, donde se conserva uno de los dos únicos calcos del Santo Sudario que existen en el mundo.
Más tarde pudimos apreciar las expresiones artesanales más representativas como el trabajo de las teleras, que con sus diseños coloridos reavivan las tradiciones locales, y la confección de los famosos bombos legüeros, instrumento que representa el sentir santiagueño y que es protagonista en el folclore; y el arte de la cestería, que caló profundo en la cultura local al punto que Termas de Río Hondo tiene en su calendario el Festival Nacional del Canasto.
Los cestos se elaboran tejiendo la fibra vegetal, una labor compleja que se transmite de generación en generación desde tiempos remotos. Con el tiempo se fueron incorporando nuevos diseños y técnicas que dan vida a canastos, cajas, paneras, veladores, entre otros muchos artículos que el visitante no dudará en llevarse a su casa como recuerdo.
Tucumán: por las sendas de Tafí.
Al pensar en Tucumán nuestra primera imagen es la de un territorio pequeño pero bien provisto. Esta impresión es bastante acertada ya que en sus 91 km² reúne varios imperdibles. Al llegar anclamos en la capital, San Miguel, para visitar la famosa “Casa Histórica”, que se prepara para celebrar el Bicentenario de la Declaración de la Independencia el 9 de julio de 2016.
De la edificación original hoy se conserva únicamente el Salón de la Jura. A mitad del siglo XX sufrió diversas modificaciones y fue reconstruida. Desde entonces alberga el Museo de la Independencia, cuya misión es comunicar el proceso que gestó la histórica proclamación, aquel 9 de Julio de 1816.
Además, en 1966 se inauguró la Galería de las Placas y el Patio de Homenajes, donde están emplazados los murales realizados por la famosa escultora Lola Mora. La visita vespertina nos permite quedarnos a disfrutar del remozado espectáculo de luz y sonido que invita a revivir los momentos claves de aquella jornada.
Imbuidos del espíritu histórico que se respira en el “Jardín de la República” fuimos por más y nos apuntamos para participar del circuito turístico de Antique Tour que se realiza a bordo de vehículos antiguos para recorrer Tafí del Valle, entre otros hermosos pueblitos.
Partimos en un antiguo Ford A dejando atrás las ruinas jesuíticas de los indios lules y la encantadora Villa Nougués, una pequeña comarca con bellas casonas, que durante los días más cálidos del año se convierte en un remanso verde y fresco, muy cerca de San Miguel.
Al tomar la ruta 307 nos internamos en la quebrada de Los Sosa. Una imponente postal del Dique La Angostura nos da la bienvenida al llegar a Tafí.
Más tarde, completamos la vuelta circundando el cerro Pelao y las laderas de las montañas Muñoz, Ñuñorco y Mala Mala en cuyos faldeos se revela la belleza de los Valles Calchaquíes.
Finalmente visitamos la Estancia Los Cuartos, donde funciona una reconocida fábrica de quesos regionales. Allí se programan recorridos que incluyen detalles sobre el proceso de elaboración y degustación de este reconocido sabor local.
Otro imperdible es el dique El Cadillal, emplazado a 25 km. de San Miguel de Tucumán, y rodeado de la selva subtropical, cascadas y ríos. Hay dos experiencias para hacer: el Complejo de Aerosillas y el Catamarán Arquímedes.
El ascenso en la aerosilla hasta la cima del cerro Médici permite observar las sierras de Medina y el imponente espejo de agua. Los aficionados al mountain bike suelen descender en sus bicicletas por los senderos de montaña.
Por otro lado, el catamarán Arquímedes ofrece a los visitantes la posibilidad de descubrir cada rincón del lago y conocer, a través de recorridos guiados, la historia del dique.
Salta: por la vía más linda.
Si hay un atractivo que caracteriza a Salta es el famoso Tren a las Nubes, un itinerario que recorre más de 400 km. zigzagueando entre valles, quebradas y puna.
El C-14 es considerado uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo. En su trayecto los viajeros disfrutamos de una experiencia inolvidable a medida que el convoy va ascendiendo hasta el viaducto La Polvorilla, a 4.220 msnm.
La formación parte regularmente a las siete de la mañana desde la estación de Salta. Mientras chequeamos nuestros boletos y buscamos el asiento asignado, los anfitriones nos repiten una y otra vez la principal recomendación: tener a mano un poco de té de coca para palear el “soroche” o mal de altura.
Luego del bocinazo de despedida estamos listos para emprender el viaje. Durante el primer tramo el paisaje del valle de Lerma nos regala varios tonos de verde, pero más adelante, en la quebrada del Toro, ganan las tonalidades ocres y anaranjadas. Justo allí, vemos las primeras nubes apareciendo debajo de las laderas.
Si prestamos atención al audio-guía –disponible en varios idiomas para facilitar la comprensión de los turistas extranjeros– podremos comprobar que a medida que la formación avanza atravesaremos 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 rulos y 2 zigzags.
Estos datos no son menores para cualquiera que se detenga a observar la imponente obra que llevó adelante Richard Maury, alma máter del proyecto.
El ingeniero Maury desechó el sistema mecánico de cremallera que se utiliza para que las formaciones puedan ascender, y en cambio optó por impulsarla a través de la tracción de la locomotora.
Al promediar el viaje nos convertimos en espectadores de los más bellos paisajes salteños: cerros, quebradas, nevados y abras que aparecen y desaparecen a medida que ascendemos.
En los vagones se vive un clima alegre y descontracturado, compartimos el mate y el té de coca mientras algunos artistas locales nos regalan sus coplas. Casi sin darnos cuenta llegamos al viaducto La Polvorilla.
Una vez arriba, a 4220 msnm, el cuerpo pesa más y estamos cansados. La música triunfal, los sonidos de exclamación y los aplausos se multiplican en cada vagón, y lentamente comenzamos a descender del tren para descubrir la puna salteña.
Al regreso, el tren finaliza su recorrido en San Antonio de los Cobres, donde los artesanos y tejedoras del mercado local, haciendo gala de una paciencia ancestral, explican a los turistas las ventajas de adquirir, in situ, prendas elaboradas en lana de alpaca o de llama.
Abrigados y felices, regresamos a Salta capital a bordo de varias camionetas en las que combatimos el mal de altura al entregarnos a los brazos de Morfeo.
A los pocos días, familiarizados con el soroche y sus consecuencias, emprendimos camino hacia el oeste salteño. Viajamos hasta Iruya, un pueblito colgado de los Andes a 316 km. de la capital provincial, donde es posible tomar contacto con el norte más profundo y de marcada raíz precolombina.
Caminar por sus calles estrechas, empinadas y empedradas nos regala la posibilidad de acercarnos íntimamente a sus pobladores, y conocer parajes cercanos como San Isidro, de sorprendente belleza natural y cultural.
Catamarca: por la Ruta del Adobe
Ante la atractiva propuesta de recorrer la Ruta del Adobe pusimos proa hacia la Ruta Nacional 60 y luego de 275 km. desde la capital por paisajes disímiles llegamos a Tinogasta, punto de partida de un circuito que dará que hablar.
A la variedad de paisajes, texturas y colores catamarqueños –incluyendo áreas verdes, desiertos, dunas, termas y puna– se suma la Ruta del Adobe, un recorrido de 55 km. que concentra antiquísimas edificaciones elaboradas con este material.
El oratorio de los Orquera, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y el mayorazgo de Anillaco son algunos de los atractivos que vale la pena visitar. Con el apoyo de un guía de turismo la visita gana en calidad, ya que además de profundizar en la historia local podemos recorrer cada rinconcito y maravillarnos con este circuito que propone un viaje de varios siglos, al pasado regional.
Después del mediodía, el calor quita las ganas de seguir en la ruta. Es un momento ideal para acercarse hasta las termas de Fiambalá, a 12 km. de la localidad homónima, donde concluye la Ruta del Adobe.
Al caer la noche las termas permanecen abiertas un par de horas para que los viajeros podamos contemplar, y luego confirmar, que hemos presenciado uno de los cielos más impactantes de nuestro continente.
Con renovada predisposición y el equipo de mate listo enfilamos en dirección hacia uno de los destinos difíciles del norte: el camino hacia el paso San Francisco.
Llegar hasta el límite con Chile es una experiencia increíble y un festín para los sentidos, pero en la ruta no abundan los servicios complementarios, por eso es atinado salir bien provistos de bebidas, comida liviana y algunos caramelos para combatir los efectos de la altura.
En el trayecto vemos los volcanes que conforman la cordillera de los Andes, con sus cumbres de nieves eternas que llegan hasta los 6 mil msnm. Bautizados como “Los seismiles” se divisan perfectamente desde la Ruta Nacional 60, que a esa altura va cambiando su paleta de colores de los rojos a los amarillos.
Jugamos a reconocer la fauna que se asoma a la vera de la ruta: primero las vicuñas y luego los ñandúes veloces y reticentes a las fotos. La altura se hace sentir pero ya falta poco y se dibujan las siluetas de los volcanes Incahuasi y San Francisco; es un momento de contemplación y silencio, y una despedida perfecta para nuestro paseo por Catamarca.
La Rioja: por aire y tierra
Además de la imperdible visita al Parque Nacional Talampaya, La Rioja nos espera con algunos rincones ideales para una estadía que tendrá mucho de descanso y contemplación.
A 180 km. de la capital provincial descubrimos la quebrada de los Cóndores, un sitio único para avistar el vuelo rasante de estas aves que se acercan con gran ímpetu y pasan a pocos metros de nuestras cabezas.
Desde un balcón natural apreciamos con asombro y atención la danza que ofrecen los gigantes de los cielos cuyanos, de tal modo que la naturaleza se convierte en un espectáculo inolvidable.
Bajo la premisa de descansar y contemplar visitamos un rosario de diminutos pueblos que conservan su arquitectura tradicional, al pie de la sierra de Velasco, en la famosa “Costa riojana”.
Desde la capital hacia el este de la provincia comenzamos por Sanagasta, distante a 30 km. de la capital. El colorido de sus callecitas y su entorno natural donde discurren las aguas del río Huaco lo convierten en un sitio ideal para desenchufarse del mundo.
Asimismo, Las Peñas, Aguas Blancas y Chuquis conforman una trilogía de imperdibles en la Costa riojana.
Otro enclave que merece una visita es Arauco, un departamento distante a 115 km. de La Rioja; cuya capital, Aimogasta es célebre por la altísima calidad de sus olivos y la presencia del monumento al Señor de la Peña. Año tras año más peregrinos visitan este monumento que convierte al pueblo en el destino más representativo del turismo de la fe en La Rioja.
Apenas el cuerpo nos reclamó un poco de adrenalina nos fuimos hasta Barrial de Arauco para dar los primeros pasos en la práctica de carrovelismo. Vale la pena animarse a practicar este deporte, divertirse, renovar la energía, descansar bien y continuar el viaje.
Jujuy: por los caminos de la Quebrada.
Si hay un atractivo considerado “la perla del noroeste” es, sin duda, la Quebrada de Humahuaca.
Viajamos bien al norte –hasta San Salvador de Jujuy, capital de la provincia– para emprender desde allí este circuito que fue declarado en 2003 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El eje principal del recorrido abarca la Ruta Nacional N° 9, que en un trayecto de 170 km. pasa por las localidades de Tumbaya, Volcán, Huacalera, Uquía, Posta de Hornillos, Maimará, Purmamarca, Tilcara y Humahuaca.
Todo el circuito es de una gran riqueza cultural y paisajística que se potencia gracias a la calidez y amabilidad de sus pobladores. Pero los tiempos se acortan y hay que ponerse en marcha.
En el primer tramo visitamos la iglesia de Tumbaya y La Posta de Hornillos, donde descansó el general Manuel Belgrano después de librar las batallas de Salta y Tucumán.
Más adelante hay un empalme que confluye, a través de la Ruta 52, en la bellísima Purmamarca. Allí escudriñamos los vericuetos de sus callejuelas, casi con la intención de perdernos, y nos topamos con el impactante cerro de los Siete Colores, el cual nos confirma por qué regresamos una y otra vez a esta localidad, emblemática de la Quebrada de Humahuaca.
Antes de retornar nos acercamos hasta el paseo de los Colorados, distante a sólo 4 km. de Purmamarca. Se trata de un circuito paisajístico de gran belleza que en los últimos años se ha convertido en uno de los nuevos imperdibles locales.
Retomando la ruta 9 pasamos por la pequeña localidad de Maimará para conocer su singular cementerio con cientos de enterratorios floridos. Por detrás de la necrópolis los coloridos cerros jujeños componen una postal que quedará para el recuerdo.
Más adelante llegamos a Tilcara, un enclave ideal para hacer noche y comenzar otra aventura. Una rica cena y una caminata relajada por la plaza alcanzan para recuperar el espíritu y el aliento.
Al día siguiente llegamos hasta el “Pucará”, un área fortificada distante a sólo 2 km. de Tilcara, y uno de los puntos más visitados de la región.
Después nos acercamos hasta la diminuta población de Huacalera, atravesada por el trópico de Capricornio, donde nos tomamos la foto de rigor y seguimos viaje hacia Uquía.
En esta localidad la visita a la iglesia de San Francisco de Paula es casi “obligatoria”. En sus interiores se conservan pinturas restauradas de la escuela cusqueña como la impactante serie de Los Ángeles Arcabuceros; representaciones angelicales difundidas en la zona andina desde el siglo XVII.
Es impresionante observar cómo la creatividad andina incorpora a estos seres guerreros y andróginos ataviados con trajes españoles masculinos. Sus ropas con profusión de encaje, lino, seda y plumas, así como sus coloridos sombreros de fieltro, completan estas singulares composiciones artísticas.
Seguimos viaje y llegamos a Humahuaca con toda la intención de recibir la bendición de San Francisco Solano, cuya imagen en tamaño natural se asoma diariamente a las 12 desde el reloj del Cabildo, para esparcir buenos augurios y protección celestial a quienes llegan hasta allí.
Benditos, agotados, contentos y con los ojos cansados de tanto mirar emprendimos el regreso. Orientamos la brújula hacia el sur y desandamos nuestro camino sabiendo que en cada rincón descubrimos alguna perlita, pero con la certeza de que nos quedan unas cuantas más por descubrir.
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