El Viejo Hotel Ostende es de esos casos donde la experiencia de vacaciones tiene que ver, en parte, con el alojamiento: "Me voy a pasar unos días al Viejo Hotel Ostende" y uno ya sabe qué tipo de descanso está buscando ese viajero. Localizado entre Villa Gesell y Pinamar, Ostende es la princesa del Atlántico, un destino de verano que fue fundado en 1913, en un enclave privilegiado entre los médanos, y que ofrecía un proyecto de desarrollo de gran interés para los pioneros.
Un hotel de película en las inmediaciones de Pinamar
Historia de Ostende.
Históricamente, la zona perteneció a Martín de Álzaga, casado con Felicitas Guerrero, una bella joven de la alta sociedad porteña. A la muerte de don Martín, en 1870, Felicitas hereda sus tierras y con ellas las estancias Bella Vista, La Postrera y Laguna de Juancho. Pero Felicitas muere en 1872 víctima de un femicidio. Al no tener descendencia, las tierras pasan a ser propiedad de su padre, don Carlos Guerrero, y a la muerte de éste y de su esposa, Felicitas Cueto, los siete hijos del matrimonio heredan los campos, que se subdividen en 25 km. de playas y médanos.
En 1908, el Ferrocarril del Sud habilita una parada ferroviaria con el nombre de Estación Juancho, dentro del campo de los Guerrero, a unos 29 km del mar. Al contar con un medio de transporte cercano, surge la idea de aprovechar turísticamente la zona, sólo poblada por mar, dunas y médanos.
A partir de 1909, una compañía belga al mando de Ferdinand Robette encara el ambicioso proyecto que da empleo a trabajadores japoneses que residen a 1 km, en el puesto de estancia Colonia Tokio. Los belgas, nostálgicos, llamaron Ostende al lugar, pues les recordaba al balneario del Mar del Norte. De allí venían, y buscaron desarrollar un proyecto urbanístico similar a los balnearios europeos.
Una urbanización no habitual, sin lujo pero elegante, incluía una avenida central de 50 m. de ancho, un hemiciclo y una rambla con pilares y balaustradas, que quedó inconclusa y cuyos pináculos hoy sobresalen de la arena. Un destino muy diferente a sus vecinos Pinamar y Villa Gesell.
El Viejo Hotel Ostende.
Ya en el proyecto original estaba previsto un hotel de más de 80 habitaciones, el Hotel Termas, que luego se convertiría en el Viejo Hotel Ostende, que ofrecía amplios salones, espacios para juegos, lectura y esgrima, fábrica de pastas y repostería, restaurantes y jardines de invierno.
Entre las historias de los inicios del hotel, Carlos Gesell contaba que, en 1931, al llegar por primera vez a Ostende, tuvo que ingresar al primer piso del edificio por una pasarela de tablones, ya que la arena tapaba completamente la planta baja y los alrededores, aunque, pese a ello, el hotel seguía funcionando.
En este sentido, podemos afirmar que todo el hotel es una cápsula del tiempo con sus puertas de estilo, los espacios comunes con pisos en damero, la barra del bar y el salón comedor que presenta una amplia carta (exclusiva para huéspedes), con preparaciones de altísima calidad. El bar de la piscina, los jardines y las instalaciones de playa (con bar incluido) completan una propuesta ideal para visitar en pareja, con amigos o en familia, ya que cada tipo de viajero encontrará su lugar.
Las habitaciones antiguas evocan la esencia de otra época. Sus muebles son de principios del siglo XX, sus pisos de madera original y cuentan con roperos de época. Hay habitaciones dobles y triples. Sin aire acondicionado. Todas incluyen desayuno continental, cena y carpa en el balneario.
Las habitaciones standard dan cuenta de las distintas etapas de vida del hotel. Su mobiliario es más moderno, tienen placares, pisos alfombrados y aire acondicionado. Hay habitaciones dobles, triples y cuádruples. Todas incluyen desayuno continental, cena y carpa en el balneario.
Influencia del Viejo Hotel Ostende en la literatura.
El Viejo Hotel Ostende estuvo desde siempre ligado a la literatura, y es asiduamente visitado por escritores y lectores que encuentran aquí tanto la tranquilidad como el misterio necesarios para dejarse llevar y el hotel conserva intacta la habitación en la que se alojó el escritor francés Antoine de Saint Exupery, autor de El Principito, quien se hospedó durante dos veranos consecutivos a principios del siglo XX. Puede visitarse en el primer piso.
Los escritores argentinos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo conocieron el hotel en la década de 1940, y se inspiraron en este entorno para escribir su novela policial Los que aman, odian, en la que el hotel aparece como una imagen fantasmagórica entre las dunas, suscitando todo tipo de fabulaciones.
En 2017, Guillermo Francella y Luisana Lopilato protagonizaron la versión cinematográfica de la novela Los que aman odian
En este sentido, la propuesta del hotel siempre es interesante para hacerse una escapada desde las vecinas localidades de Villa Gesell o Pinamar, ya que cada verano se organizan charlas y talleres de cine, literatura, visitas guiadas y proyección de películas al aire libre.
Algunas imágenes y la película que compartimos con ustedes seguramente los tentarán, el resto es hacer el bolso y concretar la reserva.