¿Y si en lugar de seguir las rutas de siempre, esta vez tus vacaciones por Europa te llevan por caminos menos transitados? el continente es famoso por sus grandes capitales y monumentos icónicos que atraen a millones de turistas cada año, pero todavía hay sitios menos explorados que se resisten al turismo masivo.
Vacaciones en Europa: 5 destinos ocultos que son encantadores y pocos conocen
Si soñás con unas vacaciones en Europa, hay muchos rincones secretos que aguardan a ser descubiertos. Descubrí cinco lugares distintos que te van a enamorar.
Vacaciones en Europa: conocé cinco destinos menos conocidos del continente a los que vale la pena hacer una visita.
Lejos del alboroto de las ciudades y de las largas filas para ingresar a museos, hay pueblos detenidos en el tiempo, islas escondidas entre volcanes y aldeas muy tranquilas. A continuación, cinco de esos destinos europeos a los que deberías ir durante tu visita.
1. Corvo, la isla de Portugal donde reina el silencio volcánico
En el extremo más occidental de Europa, Corvo resalta por ser la más pequeña y remota de las islas Azores en Portugal. Con apenas 6 kilómetros de largo por 4 de ancho, y menos de 400 habitantes, esta joya atlántica ofrece un paisaje ideal para desconectar del mundo.
Aunque llegar a Corvo es un tanto complejo por su lejanía y por la limitada cantidad de transportes, vale la pena ir por la autenticidad, el silencio y la sensación de descubrir un mundo casi intacto.
El gran protagonista de la isla es el Caldeirão, un antiguo cráter volcánico convertido en un anfiteatro natural con lagunas e islotes, que parece haber sido esculpido para la contemplación.
En el único pueblo, Vila do Corvo, la vida transcurre con calma entre casas bajas, tabernas tradicionales y una conexión inusual: la mejor cobertura de internet de todas las Azores.Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, Corvo invita a un turismo pausado, con caminatas entre hortensias azules, avistaje de aves y sabores locales como el caldo de peixe y las dulces biscoitos de orelha.
2. Albarracín: un pueblito de cuento medieval en el corazón de España
Ubicado sobre una curva caprichosa del río Guadalaviar, y con una muralla que se asoma sobre los riscos, Albarracín es una postal viva de la Edad Media. En la provincia de Teruel, al este de España, este pequeño pueblo es una obra maestra de armonía cromática: casas teñidas en rosa, entramados de madera y callejones que serpentean hasta una antigua fortaleza árabe.
Antigua capital de un reino de taifas, Albarracín conserva el alma islámica y el trazo medieval en su casco antiguo, declarado de interés cultural. Desde lo alto de la Catedral del Salvador, con su campanario del siglo XVI, las vistas son simplemente inolvidables.
Pero el verdadero encanto está en perderse por sus callecitas empedradas, descubrir miradores escondidos y respirar el silencio que todavía reina entre sus piedras. Una joya española que, aunque admirada por quienes la conocen, aún escapa del radar del turismo internacional.
3. Halki, una isla griega donde el tiempo se detiene
A solo seis kilómetros de Rodas pero con un espíritu muy diferente, Halki es la antítesis de las islas de Grecia abarrotadas de turistas. Esta pequeña perla del Dodecaneso ofrece un paisaje sereno, con casas neoclásicas de colores pastel frente al mar, y tabernas que parecen sacadas de una postal.
Su puerto, Nimborio, es un rincón pintoresco con bares al aire libre y villas donde el lujo se combina con la tradición. Las playas, como Kania y Potamos, invitan al descanso absoluto, algunas accesibles solo a pie, lo que garantiza una experiencia casi privada.
Los senderos llevan a la Iglesia de Agios Nikolaos, al castillo de los Caballeros de San Juan o al pueblo fantasma de Chorio, que guarda siglos de historia en ruinas silenciosas.
Con apenas 300 habitantes, Halki es un destino ideal para saborear pulpo a la parrilla al atardecer, caminar sin rumbo y dejarse llevar por el ritmo lento de las islas que aún no sucumbieron al turismo masivo.
4. Italia y las espectaculares termas en Saturnia: relax en la Toscana
En la región italiana de la Toscana, donde las colinas se visten de viñedos y pueblos de piedra, Saturnia se destaca por una razón inusual: sus hermosas termas naturales. A cielo abierto, la Cascada del Mulino despliega una serie de pozas de piedra caliza donde el agua sulfúrica brota a 37 °C durante todo el año.
Estas piscinas naturales, nacidas del extinto volcán del Monte Amiata, son gratuitas y accesibles sin necesidad de reservar, lo que las convierte en un regalo del paisaje para todo viajero.
Más allá del baño reparador, el centro medieval de Saturnia conserva una atmósfera tranquila, con callejones silenciosos y vestigios arqueológicos que narran siglos de historia. Ideal para quienes desean combinar bienestar, naturaleza e historia en una misma escapada.
5. Primosten: un antiguo rincón de Croacia que puede conquistarte
Sobre la costa dálmata de Croacia, a tan solo media hora del aeropuerto de Sibenik, Primosten sorprende con lugares que parecen de cuento: un laberinto de calles adoquinadas que zigzaguea entre construcciones de piedra y tejados rojizos, rodeada por aguas cristalinas del Adriático.
Originalmente una isla, Primosten fue conectada al continente con un camino de tierra durante la época veneciana, cuando también se construyeron sus murallas defensivas. Es uno de los lugares imperdibles de Croacia para vivir una gran aventura.
Desde lo alto de la iglesia de San Jorge, las vistas panorámicas capturan la esencia del pueblo y de sus playas, como Mala Raduca y Vela Raduca, donde el mar parece fundirse con el cielo.
Con historia milenaria, herencia veneciana y una atmósfera encantadora, Primosten es un destino ideal para disfrutar Croacia desde un costado más relajado y auténtico.
Otras noticias que pueden interesarte
Dólares del colchón: 5 viajes soñados que podés hacer en vacaciones con tus ahorros
Europa: todo lo que necesitás saber para tus vacaciones de ensueño en Portugal