Después de más de 300 años de historia estas vacaciones de invierno se pueden visitar en Buenos Aires los singulares túneles del casco histórico: el tramo más significativo de la traza original de los túneles jesuíticos-coloniales, que unían subterráneamente la antigua Buenos Aires en Montserrat.
Se abren al público los túneles jesuíticos de Buenos Aires.
Si bien es una propuesta vinculada al turismo religioso también es una visita guiada ideal para hacer en familia y conocer parte de la historia de la ciudad. La caminata puede comenzar en la zona de Plaza de Mayo y la Manzana de las Luces hasta llegar a Bolívar 225 donde se encuentra el ingreso a la Iglesia de San Ignacio de Loyola y donde comienza la visita guiada.
Esta nueva (e histórica) atracción porteña comprende el trazado de túneles que se extiende debajo de la iglesia, desde el Colegio Nacional de Buenos Aires hasta Alsina, con dirección al Cabildo y a la Catedral y con intersecciones hacia la procuraduría de las misiones jesuíticas.
Su existencia data de principios del S. XVIII y están excavados en la tosca viva, (mezcla de tierra arcillosa con cal). Forman parte de una red mayor que circula en el subsuelo del centro histórico porteño, fueron diseñados por los padres jesuitas, cuya llegada a Buenos Aires tuvo lugar hace 360 años.
¿Cómo es la visita guiada ?
Este recorrido, que está previsto para los martes y sábados a las 15, tiene una duración aproximada de una hora y treinta minutos e incluye la visita al Antiguo Claustro del Colegio Grande de San Ignacio (que más tarde se lo conoció como Real Colegio de San Carlos), el recorrido por los túneles y el ascenso a la torre sur de la iglesia.
El Antiguo Claustro formó parte de un conjunto de cuatro galerías con un patio central que cuando se construyó el actual edificio del Colegio Nacional Buenos Aires quedó reducido al sector que ahora se puede visitar y que se desarrolla en paralelo a la nave central de la iglesia.
Su muro, que en primavera está florecido con los famosos jazmines de San Ignacio, nos permite evocar el espacio por el que transitaron figuras como Belgrano, Moreno, Castelli o Saavedra.
El ascenso a la torre sur (hasta la sección del campanario) y las matroneras de la iglesia (naves superiores donde descansaban las amas de leche o las mujeres con niños pequeños) mientras se impartía la misa es otro de los imperdibles de la propuesta.
Es interesante resaltar que la torre sur de San Ignacio de Loyola es el edificio en pie más antiguo de Buenos Aires y data de 1680. Para acceder se cruza desde la torre norte que es de mediados de s. XIX y ostenta un reloj que perteneció al cabildo porteño. Por eso esta iniciativa es de gran importancia y convocará tanto a locales como a extranjeros.
Las visitas tienen costo y se reservan por mail.
¿Dónde hay túneles en Buenos Aires?
“En 1912 un joven estudiante de arquitectura (que cursaba allí mismo en la sede la universidad) advirtió un hundimiento en el aula de dibujo. El joven era Héctor Greslebin, y apenas se recibió comenzó a dedicarse al estudio específico de este tema. Mucho tiempo (entre 2003 y 2007) tras la rotura de un caño maestro, la iglesia estuvo apuntalada y complicó aun más el panorama para la puesta en valor de este conjunto histórico", explica Ana María Di Cónsoli guía oficial y coordinadora del Proyecto San Ignacio, junto a Soledad Saubidet.
Los túneles tuvieron una función defensiva en la Buenos Aires colonial y están localizados entre tres y seis metros bajo tierra. Al recorrerlos con una linterna o velas, como elemento casi fantasmal pero excluyente, descubrimos las marcas de los cinceles que los jesuitas dejaron en la tosca y vamos conociendo las historias y leyendas de este Hades porteño gracias al relato de las guías oficiales.
Puesta en valor
Este proyecto, que hoy se puede visitar, forma parte de un plan maestro que comenzó hace más de 15 años y que desarrolla desde entonces el Presbítero Francisco Baigorria, por pedido del Papa Francisco, (por aquellos días Jorge Bergoglio). El equipo técnico a cargo pertenece al estudio de ingeniera de la firma Fontán Balestra y la puesta en valor del claustro, el diseño de los croquis y acuarelas que se pueden ver en las paredes son del arquitecto Alberto Boselli.
Buenos Aires sigue guardando secreto de la tierra al cielo. Basta caminar por sus callecitas, oler el aroma a jazmín o prestar atención al sonido de sus campanarios para detenerse y descubrir una nueva historia.
Más notas sobre Buenos Aires
El Palacio Barolo camino a los 100 años
5 paseos para hacer con niños en vacaciones de invierno
Temas relacionados