Todo comenzó durante una charla de un fin de semana de diciembre, en el seno de una familia tipo. “¿Adónde nos iremos de vacaciones de verano?”, preguntó Manuel, mi hijo de 10 años. Como si el Universo nos estuviera queriendo decir algo, un programa de televisión que sonaba de fondo comenzó a proyectar bucólicas imágenes de la provincia de Córdoba.
“¿Y si vamos a Córdoba?”, disparó Simón. Y fue suficiente para que entrecruzáramos una mirada bien cómplice con mi compañera, transformando la pregunta de nuestro hijo en una decisión sin vuelta atrás.
Capilla del Monte, ideal para vacacionar en familia
Y dentro de Córdoba, nuestra decisión desembocó en Capilla del Monte porque “a los nenes les va a encantar todo ese tema de los OVNIs y los extraterrestres”. La experiencia posterior nos indicaría que nada estaba más alejado de la realidad que esta idea.
Otro de los objetivos que nos habíamos propuesto era el de atravesar experiencias estrechamente ligadas a la naturaleza, razón por la cual tomé las riendas para escoger la opción de alojamiento. Googleé por aquí y por allá, hasta que la búsqueda virtual me condujo a Casablanca, La Granja de Capilla del Monte.
La decisión familiar fue elegir este complejo turístico orientado a la naturaleza, que incluye una granja educativa de fauna silvestre y producciones alternativas, con opciones de alojamiento en su Eco-Camping y en cómodos dormis.
Actividades en La Granja Casablanca
¿Qué decir de Casablanca, La Granja de Capilla del Monte? Que no sólo se trata de una experiencia vacacional en sí misma, sino también de un espacio para el permanente aprendizaje sobre la relación del hombre y la Naturaleza, la sustentabilidad y al amor por la Madre Tierra.
Ni bien llegamos, Juan Carlos y Sandra Perea, los propietarios de Casablanca, nos recibieron con una calidez inusitada, y nos hicieron entrega de la llave de nuestro amplio y confortable dormi, adonde disfrutamos de una siesta reparadora.
El contacto con la Naturaleza no se haría esperar, ya que a la mañana siguiente nos aguardaba una visita guiada por la granja y la huerta agroecológica. Con una calidad docente que emocionaba y una calidez que reconfortaba, Juan Carlos nos reunió el domingo por la mañana en un sector próximo a los corrales de animales.
Desde allí nos señaló la ubicación de los cerros Overo, Las Gemelas y el magnánimo Uritorco, y nos dio un completo pantallazo no sólo de geografía y geología, sino también de la historia del lugar.
Ni bien Juan Carlos finalizó su magistral clase, condujo al grupo hasta el sector de animales, y repartió hierba fresca entre cada niño y niña para darles de comer a cabras, llamas, ovejas y conejos. Gallinas, pavos americanos y reales, faisanes, codornices y ñandúes completaban la pequeña población de fauna de Casablanca.
Dos sonrisas daban dos vueltas completas a los rostros de Simón y Manuel, quienes no se cansaban de acariciar a las cabritas y a las ovejas, pero también: “Mirá papá, ¿vamos a ver a las tortugas?”, o “¿Aquellas son las llamas?, ¡Quiero acercarme!”. No me daban las piernas para atender a tantas demandas de amor a los animalitos.
La recorrida prosiguió por la huerta agroecológica, el circuito de árboles y el área de vertientes. En cada hito, Juan Carlos iba sembrando reflexiones, aprendizajes, y también dudas y debates internos en torno a la relación del ser humano con la Naturaleza.
Excursiones por Capilla del Monte
Pero el disfrute en Casablanca recién empezaba. Obviamente, cada día de nuestras vacaciones emprendíamos los recorridos en familia por Capilla del Monte. Primero, nos acercamos hasta el complejo “El Zapato”, ideal para poner las piernas en movimiento.
El complejo "El Zapato" recibe su nombre gracias a una misteriosa roca con forma de zapato, detrás de la cual se despliegan laberintos de piedra que dan a incomparables vistas de la localidad, y también del dique El Cajón, y los cerros Uritorco y Las Gemelas.
Otro día emprendimos una caminata hasta el balneario La Toma, localizado en la base del cerro Uritorco, y atravesado por el río Calabalumba y la desembocadura del dique Los Alazanes. Imposible no disfrutar de refrescantes chapuzones en esas aguas, seguidos de caminatas ascendentes y más chapuzones en saltos de agua.
Y encima de todo, luego de cada excursión, Casablanca, La Granja de Capilla, nos recibía con sus portones abiertos a la hora de la piscina, acogedor abrazo luego de varias horas extenuantes entre chapuzones y un sol cordobés siempre presente.
Una auténtica vacación dentro de otra: mientras los pibitos disfrutaban de la piscina semiolímpica, mamá y papá tomábamos unas reposeras, un par de libros, y nos echábamos al goce de la lectura y el descanso. Este cuadro se completaba con dos pinceladas finales:
- La música de fondo (siempre con mucha onda, caracterizada por una sutil combinación entre hitazos actuales y de los ´80).
- De yapa, la infaltable “merienda” para mamá y papá: dos infaltables pintas de cerveza IPA artesanal, fría a nivel Dios, acompañadas de unas crocantes papas fritas, todo tan bien servido desde el pequeño buffet del complejo.
Experiencias nocturnas en Casablanca
Las noches en Casablanca, La Granja de Capilla, merecen un capítulo aparte.
No hay lugar allí para el bullicio, sino más bien para la contemplación del cielo atestado de estrellas, para un fogón cercano adornado con acordes de guitarra, para las amenas charlas con los vecinos y vecinas de dormis o de carpas, para la introspección, la desconexión y el juego y el tiempo dedicado a los hijos y a nosotros mismos.
De Capilla del Monte nos llevamos el tintinear de los arroyos surcando esas tierras tan generosas en verdes. De Casablanca, la calidez, la empatía y la docencia en favor del amor hacia la naturaleza. Que es el amor hacia nosotros mismos.
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