Entre paisajes que combinan montañas imponentes, valles fértiles y un sinfín de tradiciones culturales, la Semana Santa en Salta invita a descubrir su faceta más pintoresca a través de pequeños pueblos que conservan su esencia colonial, su gastronomía autóctona y la tranquilidad característica del noroeste argentino.
Semana Santa: 3 pueblitos pintorescos de Salta para visitar este fin de semana largo
Salta es de las provincias más encantadoras del noroeste argentino, con atractivos ideales para descubrir en Semana Santa. 3 pueblos para ir este fin de semana.
Semana Santa: conocé tres pueblos de Salta perfectos para visitar durante este fin de semana largo.
Para quienes buscan un descanso diferente, rodeado de historia, naturaleza y costumbres arraigadas, estos tres destinos en Salta son una excelente opción para una escapada en el próximo fin de semana largo.
1. Seclantás, un lugar mágico en Salta para una experiencia inolvidable
Sobre la Ruta 40, escondido en los Valles Calchaquíes, se encuentra Seclantás, un pueblito que parece haberse detenido en el tiempo. Con sus calles tranquilas, casonas coloniales y la emblemática Iglesia Nuestra Señora del Carmen, los viajeros pueden sumergirse en la historia y la cultura de la región.
El casco urbano de Seclantás, declarado Monumento Histórico Nacional, conserva la esencia de la arquitectura colonial con sus muros de adobe, galerías sombreadas y tejados de barro.
Su iglesia, construida en el siglo XIX, es una joya del pueblo, destacándose por su fachada con un arco de medio punto y sus dos torres imponentes. En su interior, el retablo principal y el púlpito reflejan la devoción y el arte religioso de la época.
A pocos kilómetros del pueblo, la naturaleza regala postales inolvidables. La Laguna de Brealitos, rodeada de cerros de tonalidades ocres y rojizas, es un sitio ideal para los amantes del ecoturismo. Para los más aventureros, las Cuevas de Acsibi ofrecen un espectáculo geológico único: formaciones rocosas de colores intensos que crean un escenario surrealista.
En el pueblo, los visitantes encontrarán hosterías, comedores con gastronomía regional y un camping municipal para quienes prefieran una experiencia más cercana a la naturaleza.
2. San Carlos: el pueblo más antiguo de Salta
También en los Valles Calchaquíes, San Carlos es un destino para vivir una Semana Santa con tradición y espiritualidad. Rodeado de montañas multicolores y atravesado a su vez por la mítica Ruta 40, este rincón salteño ofrece una experiencia única, donde la historia y la fe se entrelazan en un entorno de gran belleza natural.
Durante estas fechas especialmente, el poblado se transforma en un escenario de profundo significado religioso y cultural. Entre sus tradiciones más destacadas se encuentra el Vía Crucis viviente, una emotiva representación que convoca a los habitantes del pueblo para recrear la Pasión de Cristo con una entrega conmovedora.
Además, la Quema de Judas es otro de los momentos más esperados, en el que enormes muñecos son encendidos a medianoche del Viernes Santo, simbolizando el fin de los males y la renovación espiritual.
Más allá de sus festividades religiosas, su herencia colonial reflejada en sus casas de adobe, sus iglesias centenarias y sus calles que parecen haberse detenido en el tiempo, la historia late en cada rincón, recordando que este pueblo estuvo muy cerca de ser elegido como la capital de la provincia.
3. Molinos: una pequeña localidad de Salta que enamora
Molinos es un pueblo que conquista a primera vista. Este pequeño pueblo salteño enclavado en el imponente Valle Calchaquí, brinda una experiencia auténtica y lejos del bullicio de las ciudades. Sus calles de tierra, bordeadas por casas de adobe con techos de caña y barro son testigos silenciosos de una historia rica y profunda, donde la tradición andina se mezcla con la herencia colonial española.
Aquí, el aire puro de las montañas y el sonido del viento convierten cada rincón en un refugio de paz, ideal para quienes buscan desconectar del ritmo acelerado de la ciudad.
Uno de los tesoros más preciados de Molinos es la Iglesia de San Pedro Nolasco, una construcción del siglo XVIII que ha sido declarada Monumento Histórico Nacional. Su estilo arquitectónico, con marcada influencia cusqueña, y su interior de madera tallada, transportan al visitante a una época en la que la fe y la cultura se entrelazaban en cada detalle.
La gastronomía en Molinos es un reflejo fiel de la identidad salteña, con sabores intensos y recetas que han pasado de generación en generación. Acompañados por los exquisitos vinos de altura de la región, cada comida se convierte en un homenaje a la tradición y a los productos locales. Además, los dulces caseros y bebidas artesanales elaboradas con anís agregan un toque especial que deleita a los visitantes.
A pocos kilómetros del pueblo, se encuentran vestigios precolombinos que dan testimonio de la destreza artesanal de los antiguos habitantes de la región. Las ruinas, situadas a más de 1.800 metros sobre el nivel del mar, muestran la habilidad de estas comunidades en la alfarería, el tejido y el trabajo en madera, ofreciendo una ventana fascinante al pasado prehispánico del noroeste argentino.
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