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Uber: y un día el modelo salió a volar...

De la mano de uno de los fundadores de Uber en Estados Unidos despegó Aero, firma de taxis aéreos que pretende emular a aquel exitoso emprendimiento terrestre.

El 4 de febrero pasado, Garret Camp hizo realidad su sueño de lanzar una compañía de taxis aéreos “on demand”. Algo parecido a Uber, pero en los cielos. Y con bastante de su ADN, pues Camp fue en 2009, junto a Travis Kalanick, uno de los fundadores de Uber.

Camp (1978) es un billonario canadiense que también cofundó Expa, una empresa que ayuda a la creación de startups, y la tecnológica StumbleUpon. Hoy ejerce como chairman de Mix, sucesora de StumbleUpon, y forma parte de la junta directiva de Uber.

Su nuevo proyecto, llamado Aero, arrancó auspiciosamente: GGV Capital y Expa aportaron a la incipiente compañía US$ 16 millones en fondos frescos e inversiones. Según explica Camp, la idea es ofrecer vuelos de lujo en jets privados “a menos del costo de una Primera Clase comercial”.

Ese primer vuelo y los que al momento están previstos tienen una sola ruta: Los Ángeles-Aspen. Una travesía de poco menos de dos horas que se comercializa desde US$ 990 en aviones configurados con un solo asiento a cada lado. Pero la idea es expandir la red hacia otros destinos estadunidenses y del mundo.

La empresa se propone atraer a pasajeros por cierto acaudalados con todo lo que rodea a la experiencia de vuelo, pues ese mismo tramo se puede comprar en American Airlines por US$ 341. ¿Diferenciales? Partir de aeropuertos privados como el Van Nuys de Los Ángeles y disfrutar de confortables salas VIP, por ejemplo.

“Una experiencia mágica”.

El target de la compañía apunta a captar clientes del segmento millennial y de la Generación Z (posmilénica). “Creo que volar debería ser una experiencia mágica, no solo ir de A a B, sino más bien algo para disfrutar y compartir”, expresa Uma Subramanian, CEO de Aero.

La nave insignia de Aero es un Embraer E135L propiedad de una subsidiaria, configurado con 16 plazas y una librea dominada por el negro, color que la gran mayoría de las aerolíneas rechazan. “Es un poco contracultural; algo que nos enorgullecemos de ser”, subraya Subramanian.

Al igual que en Uber, en este caso los aviones no serán de Aero, que se encargará de chartear la operación y vender los tickets combinando aeronaves disponibles en el mercado con pasajeros que busquen ir de aquí a allá.

Algunos modelos similares fracasaron, pero el emprendedor se muestra confiado en poder captar a esa franja de viajeros que no les importa el precio sino en la exclusividad. Y a Camp intuición no le falta.

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